No vemos las cosas como son. Las vemos como somos

Anaïs nin

O cómo estamos. Nosotros, nuestras creencias, nuestra situación, lo que nos rodea, influye en cómo percibimos nuestra realidad. No somos conscientes de ello, y pensamos que esa realidad que percibimos es, valga la redundancia, real. 

Pero no es tan sencillo. Lo que percibimos en un momento dado, no solo está determinado por la información sensorial que recibimos, sino también por nuestras habilidades personales, nuestra energía, sentimientos, identidades y mucho más.

Es de sentido común creer que experimentamos el mundo como es objetivamente, pero no es así. No solo tiene que ver con lo que vemos; todo lo que percibimos, está influenciado por procesos inconscientes, fácilmente influenciables. Y también los juicios y decisiones que tomamos en función de ello. 

Lo que parece verdadero y universal es, a menudo, producto de de nuestra propia experiencia -única- del mundo. 

Esto es especialmente relevante ahora, cuando estamos luchando contra una pandemia y sumidos en la agitación política y social. Si entendemos qué factores irrelevantes manipulan lo que vemos y pensamos, tal vez podamos encontrar formas de superar estas influencias y tomar mejores decisiones como sociedad. 

«Si vamos a tener una mejor comprensión de nosotros mismos y de nuestros semejantes, debemos apreciar la sorprendente individualidad de la experiencia de todos», escriben Proffitt y Baer. 

Esto significa humildad. Conocer cómo nuestras percepciones nos influyen y así entender como pueden estar influyendo a los demás. 

Hoy vamos a intentar ayudarte a entenderlo. A conocer algunas situaciones que pueden influir en nuestra percepción.

1. Cansancio

Sea físico o mental. Como nos encontremos, influye en como percibimos la realidad. 

Son varios los estudios que muestran como nuestra forma física o cansancio, lo que cargamos … influyen en la forma en que vemos nuestro entorno. Si a esto le añadimos el hambre o el sueño, las distorsiones perceptivas se amplifican.

Una mochila más pesada nos hará ver un camino como más empinado que si no la lleváramos. Dicho de otra manera: nuestra capacidad para caminar da forma a la aparente transitabilidad del sendero, lo que determina cómo la vemos. 

No ves el camino como es, sino cómo nosotros lo vemos. Y esto puede llevar a muchas confusiones y malentendidos. 

2.- Consciencia

Puede resultar algo curioso, pero no es solo como nos sintamos, sino también la consciencia que tenemos de nosotros mismos, lo que puede determinar nuestra percepción de lo que ocurre a nuestro alrededor.

La disociación, un fenómeno que suele acompañar al estrés y la ansiedad, puede tener mucho que ver con esta paradójica distorsión perceptiva. Se produce cuando tenemos, en ocasiones, la sensación de separación de nuestro cuerpo, como si no fuésemos nosotros quienes estamos haciendo algo determinado. Digamos que “perdemos” el contacto con él y las señales que nos envía no parecen ser dirigidas a nosotros.

Como he comentado, esto puede llegar a condicionar totalmente nuestra percepción y  confundirnos totalmente. Volviendo a la montaña, es algo que he experimentado cuando, estando muy cansado, mis piernas no parecen recibir la órdenes que les da mi cerebro.

3.- Manipulación

Indudablemente nuestra percepción de las cosas es sumamente manipulable. Y más en unos tiempos en los que las opiniones se intentan equiparar a las evidencias, en muchos casos con objetivos interesados.

Una de las claves de la manipulación, en este caso la informativa, viene de la forma de redactar una noticia. Una clarísima viene de la utilización de frases cortas y repetitivas que, paradójicamente, le dan la vuelta al dicho “no por mucho repetir una mentira, se va a convertir en verdad”, casi la ley básica de las “fake news”.

Este tipo de dinámica perversa de la información llega a conseguir que, para desactivar estas noticias, sea necesario dedicar enormes cantidades de recursos y tiempo. La incidencia que este proceso tiene en nuestra percepción es determinante para una mayor confusión, llegando a conseguir que equiparemos una opinión con una evidencia.

4.- Riesgo

Esta es otra de las características de la percepción, en este caso, la que tengamos o no, de estar expuestos a un determinado peligro. Esto se denomina percepción del riesgo y es algo que todos hacemos, especialmente cuando somos más jóvenes o, como en este caso, el estrés mantenido durante un tiempo prolongado consigue que minimicemos la posibilidad de que nos pueda tocar a nosotros. 

Esta última distorsión perceptiva se agudiza con el tiempo y el cansancio, además facilitar y aumentar nuestra permeabilidad a las noticias falsas o bulos.

No es sencillo mantener la ecuanimidad en momentos complicados como los que vivimos. Pero, créanme, solo acudiendo a fuentes fiables, podremos asegurar que nuestra percepción este lo más ajustada a la realidad posible.

Hasta la próxima semana. 

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