Buscad leyendo y hallaréis meditando.
Juan de la Cruz
En ocasiones no nos queda otro remedio que hacerlo. Si tenemos que cambiar de trabajo, si decidimos dejar una relación, o cualquier otra circunstancia de nuestra vida que pueda modificarle de forma sustancial es inevitable que lo pensemos con detenimiento.
Sin embargo hay determinadas situaciones, en las cuales, pensar demasiado, puede ser contraproducente, y en algunos casos incluso perjudicial para tu salud. Darle demasiadas vueltas, puede llegar a constituirse en una enorme fuente de estrés, ansiedad, e incluso depresión.
Quedarnos atrapados en una espiral de lo que podría ser es algo realmente peligroso. Por ello es importante reconocer como pensar demasiado puede llegar a afectar nuestra vida, y así tomar decisiones para desaprender este patrón de pensamiento.
Aunque, como hemos comentado, hay situaciones en las cuales conviene detenerse a pensar, lo cierto es que si nos pasamos pensando, podemos llegar a perder la oportunidad de cambio. De experimentar algo nuevo.
Éste patrón de pensamiento también consigue que estemos permanentemente dudando de nosotros mismos, no tomamos decisiones, y esto nos hace sentir poco competentes.
Encontrar el balance entre pensar demasiado y valorar adecuadamente las opciones, no es algo que resulte sencillo. Ni siquiera es algo que consigamos, y una vez hecho, se estabilice en nuestra vida. Las situaciones pueden cambiar, nosotros podemos cambiar, y nos podemos ver de nuevo inmersos en esta espiral de pensamientos poco productivos.
Para conseguir emplear el tiempo y valoraciones adecuadas a cada situación, preguntémonos hasta que punto pueden afectar a nuestra vida. Su verdadero impacto sobre ella. Y según sea, dediquemos el tiempo necesario para tomar las decisiones adecuadas. Eso si, estableciendo un límite. Todo aquello que debamos decidir nunca lo conseguiremos resolver si seguimos dándole vueltas.