El punto de vista de cada uno de nosotros es diferente. Y depende de muchos factores, entre otros, nuestros rasgos de personalidad y nuestras experiencias pasadas. Así, nuestras reacciones y pensamientos respecto a una situación no son los mismos. Algo que puede parecer terrible para una persona, otra puede interpretarlo de una forma diferente, incluso viéndolo como algo normal. El valor emocional que le damos puede generar pensamientos negativos, que llegan a conseguir que, en cierta forma, dicha situación se complique en nuestra cabeza agrandándola. Anticipando consecuencias indeseadas y provocando que nuestro cerebro pueda llegar a bloquearse en un bucle que se autoalimenta.  

Este sentimiento puede no terminar ahí, ocupar nuestras mentes durante semanas e incluso convertirse en parte de nuestras vidas. Su origen está en la ilusión de control que queremos o creemos tener y que nos lleva a intentar predecir todas las posibles alternativas que puede tener una posible situación. Estas predicciones, inevitablemente, van a estar sesgadas negativamente, es decir, vamos a darle mucho más peso a lo que que creemos que puede salir mal que a lo que realmente puede salir bien. Aunque esto último sea más probable.

Aunque seamos conscientes de ello e intentemos buscar una salida a esta rumiación de pensamientos, pretendiendo ignorarlos y sentirnos bien, no es algo sencillo. Intentamos tapar algo que esta ahí, sin ir a la raíz de nuestro problema. Esta actitud de esconder nuestras emociones, termina consiguiendo que no consigamos abordar adecuadamente una situación determinada, incluso paralizándonos. Una de las consecuencias de esta forma de abordar nuestros pensamientos negativos o recurrentes es que dejamos de afrontar las situaciones consiguiendo, en cierta forma alimentar nuestras peores predicciones. Distorsionamos el problema en nuestra cabeza, haciéndolo inabordable y terminamos creyendo que lo es. Un círculo vicioso. Buscamos una salida, o queremos ignorar estos pensamientos y sentirnos bien, y a menudo podemos incluso optar por retrasar el problema o ignorarlo. Pero estas no son las soluciones.

Ante los pensamientos negativos, primero debemos creer que podemos resolver el problema y elaborar un plan simple para conseguirlo. No olvidemos que el primer paso para superar las dificultades es creer que lo podemos lograr.

Los pensamientos negativos también afectan la salud física

La propensión a tener pensamientos negativos puede depender de la cantidad de ciertas sustancias en el cerebro llamadas neurotransmisores, o viceversa, la exposición constante a estos pensamientos o cierto estilo de vida puede afectar negativamente nuestra química cerebral. En otras palabras, esos pensamientos abstractos que desarrollamos también afectan negativamente nuestra salud física. No los tomemos a la ligera.

Permitir que nuestro miedo y ansiedad se apoderen de nosotros puede convertirse en un hábito de pensamiento difícil de manejar. Cuando nos sentimos desesperados y estancados,  resulta muy complejo intentar ser positivos. Lo más importante es aprender a conocernos bien para intentar conseguirlo.

No dejes que los pensamientos negativos se apoderen de ti. Los pensamientos ansiosos y negativos pueden hacer que se sienta desamparado y desesperado. Así como estás emocionado o asustado, los latidos de tu corazón se aceleran, tu rostro se enrojece, tus manos sudan y estos pensamientos negativos tienen el poder de afectar tu salud física de manera similar. Por tanto, no dejes que los pensamientos negativos estropeen tu calidad de vida y haz las paces con ellos.

¿Cómo podemos hacerlo?

Detecta y describe tus pensamientos negativos y piensa en su origen ¿Por qué te hacen sentir mal?

Intenta ver todas los posibles resultados de una situación. No te quedes en lo que puede ir mal. Sé consciente de lo que puede ir bien. Es, en cierta forma, ver lo que ignoramos y qué, con frecuencia ocurre. 

Aprende de tu experiencia. No es la primera vez que has imaginado todas los posibles resultados negativos y no han ocurrido. ¿Por qué te empeñas en seguir tropezando con esa misma piedra?

Se flexible. No importa cuánto planifiques, siempre pueden ocurrir cosas positivas o negativas que no tomes en cuenta. Aprender a lidiar con la incertidumbre es parte esencial de la desactivación de los bucles negativos.

No te culpes a sí mismo. Como todas las personas, es posible que hayas cometido errores en el pasado. Esto no significa que vayas o cometerlos en el futuro. Se compasivo contigo mismo y valora la experiencia que estos tropiezos te han podido dar.  

Los pensamientos negativos no son sino una forma de intentar anticipar las posibles consecuencias indeseadas de una situación determinada y, como tal son solo predicciones que nosotros creamos. No dejes que lo que piensas no te permita ver lo que tienes delante.

Hasta la próxima semana

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