Ana está muy nerviosa. Hace más de un mes que no ve a su papá. Ha hablado por teléfono con él, pero no es lo mismo. No puede contarle todo. No le ha dicho las notas buenísimas que ha sacado y que está enamorada de Diego. No ve el momento de ver a su padre. Ana tiene siete años.

José no recuerda la cara de su mamá. Y eso le pone muy triste. No hay fotos en casa de ella. Y las tías no le cuentan nada. Hace más de un mes habló con ella por teléfono. Su voz sonaba muy rara. Le dijo que quería verle y que lo estaba intentando con todas sus fuerzas. José tiene seis años.

Realidades. Puede que para muchos de ustedes muy cercanas. Para otros que hemos tenido la inmensa suerte de ver crecer a nuestros hijos a nuestro lado, puede que suenen lejanas. Pero no lo son.

Es uno de los más indeseables efectos de la ruptura de una pareja. Lo primero que pensamos es en las consecuencias que pueda tener sobre nuestros hijos e hijas. En como van a sobrellevar dejar de ver a papá o a mamá. No es fácil para ellos.

Desde luego que extender la convivencia con una persona a la que ya no amamos, no es la solución, aunque sea la que muchas personas puedan terminar decidiendo. En el caso de nuestros hijos, lo que les estamos transmitiendo al hacer esto no es lo que pensamos. Creemos que les estamos haciendo bien porque siguen teniendo su figura paterna y materna presente, y así es como debe ser, pensamos. Pero nos equivocamos de cabo a rabo. Estamos para educar a nuestros hijos en el amor, y esto no es posible en un hogar donde ya no lo hay.

La decisión no es sencilla, lo se. Y tiene muchos matices. Hoy solo me centro en lo que afecta a nuestras pequeñas y pequeños. En las consecuencias emocionales que puede tener.

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En primer lugar, no extendamos nuestras emociones a nuestros hijos. No las van a entender. Hay una ruptura de pareja. Y cualquier explicación de porque ocurre puede conducir a la culpabilización por parte de los más pequeños. Una simple explicación de mamá y papá los quieren mucho, y ahora mamá y papá no van a estar juntos, con muy pocas variaciones, es suficiente. A veces nos enredamos y confundimos. No perdamos de vista que lo que nos interesa destacar en estos momentos difíciles es el amor que sentimos por ellos.

En segundo lugar, por supuesto, no los utilicemos. Esta es una de las indeseables, y desgraciadamente comunes, consecuencias de una ruptura de pareja. Nuestros hijos no pueden se utilizados como instrumentos para hacer daño. Porque eso a quien le hace más daño es a ellos. Y está demostrado que las consecuencias sobre su autoestima y salud mental, son realmente perjudiciales.

En tercer lugar, facilitemos el contacto. Si no sabemos como hacerlo, la mejor opción es acudir a un profesional de la mediación. No es un abogado o el juez el que debe decidir sobre ello. Lo ideal es llegar con la solución decidida. Y cumplirla.

Son consejos sencillos para manejar una situación compleja. Pero si somos capaces de tener en mente, por encima de todo, el bienestar de nuestros hijos e hijas, lo conseguiremos sin duda. Es un ejercicio de compasión, amor y generosidad que constituye el mejor legado que les podemos proporcionar.

Este artículo de hoy está dedicado a aquellos padres y madres que han seguido estas premisas y han conseguido transmitir estos valores a sus hijos e hijas. También está dedicado a quienes se ven privados de verlos por la incomprensión o el resentimiento.

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Participación en las II Jornadas de Custodia Compartida, 6 de marzo de 2015

2 respuestas

  1. Y cuando a pesar de seguir todas estas pautas, de haber pasado por un divorcio normal, bien avenido, de mutuo acuerdo, sin necesidad de estipular régimen de visitas ni pensión alguna porque hay «buen rollo», cuando tanto el padre como la madre están dispuestos a mantener la relación como amigos… y es el hijo el que le dice al padre/madre custodio que no quiere volver a ver o a saber nada de la otra parte… qué? Eh? Qué debemos hacer? Qué es lo mejor?

    Yo sé que la mayoría de los casos es lo que ponéis en estos artículos, pero siempre os olvidáis de la otra parte.

    1. Hola Eva.
      Gracias por tu pregunta.
      En ese caso hay que lidiar con la probable rabia que tenga el hijo o hija. Sienten que la culpa de la separación es de ellos y no perdonan a uno de los progenitores.
      Es una situación muy dura de verdad, pero mi consejo es que el padre/madre rechazado no ceje en el empeño de seguir comunicándose, aunque no reciba respuesta. Y si es necesario que acuda a un profesional que le apoye.
      Saludos

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