Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser. Cuando dejo ir lo que tengo, recibo lo que necesito.
Lao Tsu
Podemos, literalmente, tomarnos todo lo que pasa alrededor nuestro, o en el mundo, como algo personal. Pero esto puede ser algo agotador. Desde convertirnos en unos seguidores de las teorías más peregrinas de la conspiración, hasta vivir en el día a día, pensando que todo lo que ocurre está diseñado para molestarnos, o fastidiarnos la vida.
Si vamos por este camino, que llueva, nos molestara porque acabamos de tender la ropa, que haga sol también lo para, porque nos hemos puesto un abrigo, y vamos a tener que cargarlo. Estos dos ejemplos son algo personal, que en el fondo solo nos afecta a nosotros. Pero cuando estos se convierte en una forma de ver el mundo, puede llevarnos a una vida realmente agobiante y triste.
¿Cómo lo evitamos? Puede resultar algo más o menos sencillo si, simplemente, tomamos consciencia de ello. Hagámonos esta pregunta, antes de decidir si algo que una persona hace o dice, merece nuestra atención, preocupación o indignación.
¿Va dirigido a nosotros? Aunque nos pueda parecer lo contrario, la mayoría de los comentarios que pensamos que es así, no nos tienen como objetivo. Y, de hecho, en la mayoría de las ocasiones, somos nosotros quienes les damos carta de naturaleza.
Indudablemente si consiguiésemos -como sociedad-, dejar de caer en las supuestas ofensas que determinadas personas o comentarios pueden provocar, dejaríamos de otorgarles poder a quienes lo hacen, obsequiándoles con nuestra indiferencia. O simplemente ignorándoles.
Esto nos dejará mucho más tiempo y energía para dedicarnos a lo que nos importa y a quienes queremos. Podremos plantearnos una vida creativa en lugar de una reaccionaria. La primera la dirigimos nosotros, la segunda lo hacen otros. Es nuestra decisión.