¿Por qué nos atrae tanto la desgracia ajena?¿Somos morbosos por naturaleza?

Me permito compartir esta reflexión con ustedes tras varias experiencias personales que me han provocado estas preguntas. El morbo, o el drama, parecen ser apuestas seguras cuando lo que pretendemos es llamar la atención. O, aunque no lo pretendamos, la verdad.

Ocurre tanto en programas de televisión que ven como sus audiencias se disparan, como en redes sociales que comparten imágenes o videos escabrosos o, simplemente cuando se paraliza el tráfico en una carretera cualquiera debido a un accidente en el sentido contrario.

A las personas nos gusta el drama porque nos gusta crear historias fantásticas. Imaginar lo que ocurre o ha ocurrido, tras ver solo un par de detalles, preferiblemente los más dramáticos.

El drama es mucho más excitante, especialmente si llevamos una vida aburrida. Es una apuesta segura que nos hace salir de nuestra monotonía, sin jugarnos nuestra zona de confort. Lo vemos de lejos, nos emocionamos, pero no nos comprometemos.

Quizás pensemos que esta adicción a las desgracias e importunos ajenos es libertad de expresión y que tenemos que respetar las elecciones de quienes lo hacen. Probablemente. Pero a mi me toca llamar la atención sobre el impacto que tiene en nuestra salud social.

Lo peligroso de esta forma de desenvolvernos, es que nos salimos de nuestra vida. Obtenemos un sucedáneo de emociones, que puede conseguir que tengamos programas de televisión en los que la personas participantes se casan o eligen novio o novia, en los que se ponen en situaciones extremas en las que exponen sus miserias …

Perdón, me dicen que esto ya ocurre hace tiempo.

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