Pensar que podemos conseguir todo lo que queremos, sin esfuerzo, nos puede llevar a una enorme frustración. Aquello que realmente vale la pena nos costará perseverancia, conocimientos y sí, sacrificio. Porque pensar que con solo desearlo podemos conseguir algo forma parte de un perjudicial estilo de pensamiento positivo que nos devuelve a nuestra infancia. Aquella en la que con llorar y patalear un poco, era suficiente para obtener lo que deseábamos.
En psicología a este fenómeno lo denominamos “tolerancia a la frustración” y, es algo que se entrena. Es la capacidad de entender que para conseguir bienes mayores, tendremos que pasar por momentos de dificultad –incluso de incomodidad-, hasta lograrlo.