¿Le das demasiadas vueltas a la cabeza?

La persona juiciosa sólo piensa en sus males cuando ello conduce a algo práctico; todos los demás momentos los dedica a otras cosas.
Bertrand Russell

¿Te has sentido alguna vez abrumado por tus pensamientos? Son muchas las personas que me consultan sobre esto. “Le doy demasiadas vueltas a todo” o “Sé que exagero pero no me lo puedo quitar de la cabeza” y muchas otras variaciones sobre el mismo tema: la sobre-reflexión o la costumbre que tenemos de darle permiso a nuestro cerebro para que especule con todo lo que se nos pasa por la cabeza.

Es frustrante observar como somos incapaces de parar estos pensamientos y nos embarcamos en una incontrolable catarata de suposiciones, imaginaciones y predicciones que nos pueden llegar a bloquear y hacer que nuestra vida se convierta en algo complicado de gestionar.

Pensar demasiado o “darle vueltas a todo” es una de las características destacadas de los momentos de preocupación o incertidumbre -como la época que estamos viviendo-, y también del pensamiento obsesivo. Es muy difícil que seamos conscientes de ello y de cómo puede estar afectando negativamente nuestra salud emocional y bienestar mental. Muchos de nosotros simplemente aceptamos que somos así, que forma parte de nuestra personalidad y que no lo podemos evitar. Casi parece que es una cuestión de suerte, que nos ha tocado y que no nos queda otro remedio que aprender a convivir con ello, como si de un vecino ruidoso se tratase. Pero no tiene porque ser así. Aunque puede ser necesario acudir a la consulta de psicología para aprender a hacerlo, hoy te propongo que lo intentes siguiendo estos pasos que te propongo.

1.- Sé consciente de cuando y cómo empieza. Incluso la persona que más le da vueltas a sus pensamientos, no lo está haciendo en todo momento. Probablemente hay determinados pensamientos, situaciones o incluso personas, que parecen dispararlos. Si eres alguien que está continuamente preocupado, es más probable que pensar sobre el futuro lo haga. Para otras personas puede ser pensar sobre su capacidad o si le gusta a otras personas. Sea lo que sea, estar alerta para identificarlo, es esencial para aprender a manejarlo.

2.- Sé consciente de cuando ocurre. Para reducir este hábito mental debemos saber cuándo está ocurriendo. ¿Qué es lo que nos lo indica? Puede venir de muchas formas. Es ese momento en el que estás intentando interpretar el significado de algo que se te ha metido en la cabeza y que, probablemente, no tiene significado alguno, más que el que nosotros estamos dándole. O también cuando estás evitando o intentando bloquear un determinado pensamiento. O cuando te atemoriza lo que estás pensando. Éstos y otros muchos son signos claros de que te estás metiendo en ese círculo vicioso del que no es fácil salir.

3.- Sé consciente de su inutilidad. No seremos capaces de doblegar este “sobrepensamiento”, si nos convencemos de que tiene alguna utilidad. Repasa tus experiencias pasadas con ellos. Y trata de averiguar si te ayudó en algo. ¿Sacaste algo en claro?¿Te ayudó a solucionar o te hizo entender algo?¿Fueron sus consecuencias más positivas o negativas? Escríbelo en una libreta para poder recordarlo cuando vuelvas a engancharte en esta ruleta de (re)pensamientos.

4.- Sepárate de ellos. Ser capaz de observar tus pensamientos, sin juzgarlos y, en cierta forma, aislándote de ellos, es el camino que nos propone el mindfulness. No se trata de un proceso de evitación o de bloqueo. Es mas una dinámica de reconocimiento y observación que nos lleve a ser capaces de “desengancharnos” de nuestros pensamientos intrusivos, indeseados o irracionales, dejándolos pasar sin intentar interpretarlos o averiguar porque surgen.

Este tipo de proceso de nos lleva a estar dándole vueltas a todo aquello que nos pasa por la cabeza es como si estuviésemos permanentemente intentando averiguar que significa cada sueño o pesadilla que tenemos. Nos puede llevar a una relación enormemente tóxica con nosotros mismos, llegando a inmovilizarnos, consiguiendo que nuestros peores augurios, pensamientos negativos o memorias no deseadas se apoderen de nuestra vida.

Y de nuestra salud mental.

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