El maltrato tiene muchas caras. Y no siempre es fácil verlas.
Puede ser muy sutil e ir enredándote en una maraña de incongruencias en las que dice amarte, pero te menosprecia, te insulta, no te permite expresarte o condiciona tu vida social o laboral.
Y te chantajea diciendo que es por tu bien, o por el bien de la pareja, o de los hijos.
Pero tu te sientes miserable, infeliz y coaccionada.
A pesar de esto no crees estar siendo maltratada … porque no te ha pegado. O al menos no ha llegado a hacerlo.
Es cierto que -a veces-, se pone violento y golpea paredes o da patadas a muebles, o pone una cara de estar conteniéndose para que no se le escape la mano. Pero eso no es maltrato ¿verdad? No ha llegado a tocarme.
Es también cierto que luego te pide disculpas y te dice que no sabe que le pasa, que a veces no parece ser él. Que es como si algo se apoderase de su juicio.
Y que también tú tienes que poner de tu parte porque lo sacas de quicio. Con tu forma de ser, de preguntarle, de cuestionarle.
Y es entonces cuando dice que va a cambiar. Que todo va a ser diferente. Que entre los dos saldremos de este bache. Y lo crees. Y vuelves a “darle otra oportunidad”. A creer en él. En su voluntad de cambio. En sus mentiras.
Ya ahí estás atrapada. Ya ahí necesitas escuchar a quien te quiere ayudar. A las personas que de verdad te quieren y que has sacado de tu vida, porque a él no le caían bien. Te decía que eran “tóxicas” para la relación y que debías apartarlas por el bien de los dos.
Éstas son algunas de las señales de que estás en una relación abusiva, que sufres maltrato, aunque no lo parezca.
Que lo que tienes no es agotamiento emocional, ansiedad o depresión. Que debes buscar ayuda para salir de un entorno tóxico que te está apagando y que lo conseguirá del todo, si no le pones solución.
No va a ser sencillo. Te lo vas a cuestionar muchas veces. Te vas a sentir culpable, egoísta y querrás volver. Es posible que incluso lo hagas, hundiéndote todavía más en la tela de araña de las promesas de mejora.
Te engañaras diciéndote que todas las parejas tienen sus cosas. Que por el amor hay que luchar. Que merece la pena hacerlo. Que tampoco es para tanto. Qué exageras.
Pero no será así. Irá a peor. Puede que no llegué al maltrato físico, pero te irás sintiendo más aislada e indefensa. Triste. Sola.
No permitas que llegue hasta ahí. Si sientes que no tienes fuerzas, pide ayuda. No quemes puentes con quienes quieren ayudarte.
Es muy difícil ser conscientes de estar atrapada en una adicción como la dependencia emocional, tan potente como lo puede ser la cocaína.
Pero se puede salir. En muchos casos con ayuda profesional y siempre, con el apoyo de las personas que te quieren de verdad.
No esperes más. No dejes que sea demasiado tarde.