Según las cosas que a uno le proporcionen la felicidad, éstas conducirán a un juego en el que la suma siempre será cero: como una adicción, que requiere constantes dosis de adquisiciones y, a menudo que se tenga más de algo que los vecinos, nada de lo que se tiene importa demasiado.
Mihály Csíkszentmihályi

Los últimos datos sobre el consumo de alcohol en jóvenes son terribles. Su forma de hacer uso de la bebida sigue unos patrones autodestructivos que no se pueden soportar.

Esta es la versión oficial. La que ve los resultados o las consecuencias. Pero hace bien poco para solucionarlo. O más bien lo que hace está pensado para evitarlo, olvidando entenderlo, estudiarlo o investigarlo.

Ya llevo suficiente tiempo trabajando en el campo de las adicciones para entender que éstas no aparecen por arte de magia. Son una consecuencia. Y que buscar las soluciones apelando al juicio de quien las utiliza, raramente consigue resultados. Además de tener el efecto colateral de que los usuarios de sustancias y eventuales adictos, sean vistos como malas personas o, en el mejor de los casos, enfermos.

Una enorme equivocación que vuelve a poner de manifiesto esta costumbre que tenemos los seres humanos de “arreglar” todo. Incluso sin saber porque se ha podido romper. O incluso si está roto.

Por esto, si hay algo que uno aprende trabajando en prevención y tratamiento de las dependencias es la tendencia humana a engancharse casi con cualquier cosa. Para conseguir que esto no ocurra se deben aplicar modelos de trabajo basados en la evidencia. No en la ocurrencia.

Esto es lo que nos presentan, regularmente, los responsables políticos de turno. Llaman la atención – y asustan -, los datos de consumo de alcohol en jóvenes, los patrones de consumo brutal a los que se someten en sus fiestas o encuentros, y lo primero que se les ocurre siempre son medidas coercitivas o regulatorias que, paradójicamente, ya han sido utilizadas antes. Muchas de ellas están activas -como la prohibición de la venta a menores-, pero no se aplican.

Por esto creo que cualquier planteamiento que pretenda disminuir el consumo de alcohol tendría que comenzar por la implementación de las medidas existentes.

Quizás deberíamos comenzar contándole a nuestros jóvenes que quienes no quieren que consuman alcohol son los primeros beneficiados de ello.

Hipocresía. Esto es lo que hay que comenzar previniendo.

Un comentario

  1. Imajino que cada pais enfrenta sus propios y diferentes problemas,,,yo a lo que le llamaria hipocrecia en el pais que vivo,,,es que siendo uno de los mas altos consumidores de drogas,,con muy altos niveles de alcoholism, criminaldiad, enfermedades mentales, epidemia de obecidad, racismo, ande metiendose en otros paises a querer ‘arreglarlos’ ,,,,que no el buen juez por su casa empieza? ,,Buen Dia 🙂

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