Un viejo pescador vivía completamente solo en una playa alejada del pueblo. Harto de discusiones, conflictos y peleas, llevaba años sin relacionarse con nadie. Se había convertido en un hombre frío y distante, que pasaba los días leyendo y pescando. Un día salió a navegar con su pequeña barca en alta mar. De pronto apareció un bote que chocó frontalmente contra el del pescador. Este se pegó tal susto que dio un salto y cayó directamente al agua.
Mientras nadaba para volver a subir a su barca, empezó a maldecir al tripulante del otro bote. “¡Pero ¿cómo has podido chocar contra mí?! ¡Con lo grande que es el mar! ¡Maldito seas! ¡Ya verás como te coja!”. Al conseguir sentarse y recuperar la compostura se dio cuenta de que allí no había nadie más. Era un bote a la deriva. El viejo pescador estaba empapado, rabioso y sin nadie a quien culpar. De pronto, por primera vez en mucho tiempo, emitió una enorme carcajada. Algo en su interior hizo clic. Y esa misma tarde se dejó caer por el bar del pueblo.
Gracias Luis Pérez Balboa