No sabía que esto podía tener tanto castigo para una persona que no tiene dinero
Lola Flores
Nuestra reacción ante cualquier muestra de falta de honestidad de un responsable político es la indignación y la petición de inmediato castigo. ¿O no? Lo cierto es que hay matices. Y tienen que ver con varios aspectos.
Quizás el primero se refiere especialmente a nuestra propia percepción de culpabilidad. En ocasiones, también puede depender de la cercanía que tengamos del corrupto o corrupta, sea política, de amistad o de cualquier otro tipo. En este país, por último, también debemos considerar los aspectos sentimentales. Nos apena que personas que teníamos como defensores de nuestro modelo de vida, se revelen como auténticos sinvergüenzas.
Y esto provoca reacciones curiosas, en algunas personas. Se puede tender a justificar o perdonar, por el bien común, desde pequeñas a grandes decepciones. Es una forma de protegernos, de no lidiar con la sensación de engaño que nos embarga cuando se nos cae cualquiera de nuestras referencias.
También hay quien puede pensar que es algo inevitable, consustancial a la gestión política o a la condición humana. Y así seguir justificándolo. Como escuche a un político decir recientemente: la corrupción es algo sistémico en este país. Y se quedó tan ancho para pedir, a continuación, todo tipo de medidas contra quien la practica.
Si lo que quiere decir es que todos somos susceptibles de ser corruptos tiene toda la razón, porque esto es la libertad de elegir. Pero se equivoca si a lo que se refiere es que, por el hecho de ser de este país, tendemos a hacer trampas de forma inevitable.
Corromperse es una elección. Y es consciente. No nos equivoquemos. La ignorancia no forma parte de esta ecuación. No es justificable de ninguna manera.
Por eso, más allá de las cuestiones políticas, económicas o, incluso, históricas, la corrupción es un problema de educación. Y solamente se solucionará cuando empecemos a considerarlo así, en la familia, la escuela y la sociedad.
Solo entonces dejará de ser sistemática, que no sistémica, como estoy seguro que quería decir el mencionado político.