Existen cerca de 7000 idiomas hablados en todo el mundo, y todos ellos tienen diferentes sonidos, vocabulario y estructuras. Pero ¿pueden moldear nuestra forma de pensar? La científica cognitiva, Lera Boroditsky, comparte algunos ejemplos —desde una comunidad aborigen en Australia que emplea puntos cardinales en vez de derecha e izquierda, hasta las múltiples palabras que existen para llamar al azul en ruso— que sugieren que la respuesta es un rotundo sí.
Según Boroditsky, lo bueno de la diversidad lingüística es que nos revela lo ingeniosa y flexible que es la mente humana; «La mente humana ha inventado no solo uno, sino 7000 universos cognitivos».