Mentir forma parte de la vida cotidiana. A veces exageramos un logro, suavizamos una historia incómoda o inventamos una excusa para no herir a alguien. Sin embargo, existe un fenómeno mucho más complejo y profundamente humano: la mitomanía, también conocida como mentira patológica.
Quien la padece —el mitómano— no miente por obtener algo tangible, sino porque la mentira se convierte en un hábito difícil de controlar, incluso sin que haya un beneficio evidente. Es aquí donde muchos se preguntan: mitómano, ¿qué es realmente?
Lejos de ser un simple vicio moral o una señal de “mala intención”, la mitomanía suele esconder necesidades emocionales más profundas: ser aceptado, validado o protegido de un dolor interno.
Este artículo no busca juzgar, sino comprender. Vamos a explorar qué es la mitomanía, por qué ocurre, cómo reconocerla y, sobre todo, cómo abordarla desde una perspectiva psicológica y compasiva.
¿Mitómano, qué es exactamente?
El término fue introducido por Anton Delbrück en 1891 para describir un patrón de mentiras persistentes y elaboradas, a menudo difíciles de comprobar. No se trata de simples excusas: son relatos coherentes, con detalles convincentes, que pueden llegar a parecer tan reales como la verdad misma.
Lo más llamativo es que, a diferencia de la mentira “normal”, la mitomanía no responde necesariamente a un objetivo concreto como evitar un castigo o ganar dinero. En muchos casos, la motivación es interna: sentirse más valioso, llamar la atención o sostener una autoimagen idealizada (Dike, 2008).
Rasgos principales del mitómano
Para entender mejor al mitómano, es importante observar no solo sus mentiras, sino el contexto psicológico que las rodea. No hablamos de alguien que inventa ocasionalmente, sino de una persona cuya vida está atravesada por una necesidad constante de falsear la realidad, muchas veces sin siquiera proponérselo de forma consciente. Estos son algunos de los rasgos más característicos:
Historias muy elaboradas y convincentes
Las mentiras del mitómano no son simples excusas o exageraciones. Suelen ser relatos detallados, cargados de dramatismo o heroísmo, tan bien construidos que pueden parecer completamente verídicos. La persona puede hablar con tal seguridad y coherencia que resulta difícil dudar de sus palabras.
Mentiras crónicas, no puntuales
A diferencia de la mentira común, que aparece en momentos específicos, en el mitómano la falsedad se convierte en una conducta cotidiana. Las mentiras forman parte de su día a día, de su manera de relacionarse con el mundo. Incluso pueden mezclarse con verdades, lo que complica aún más su detección.
Motivaciones internas más que beneficios externos
Aquí radica una de las claves: el mitómano no miente para obtener algo material. Su impulso suele venir de dentro: una necesidad de reconocimiento, una baja autoestima o el deseo de sostener una imagen idealizada de sí mismo. La mentira, en este caso, actúa como un refugio emocional.
Autoengaño parcial
En muchos casos, el mitómano llega a creerse sus propias mentiras, al menos en parte. Esto no significa que no sepa que está falseando, sino que su necesidad de mantener esa narrativa es tan fuerte, que la línea entre verdad y ficción se vuelve borrosa incluso para él mismo.
Consecuencias negativas en la vida personal
Aunque pueda parecer que el mitómano “se sale con la suya”, lo cierto es que esta conducta suele tener efectos devastadores: pérdida de confianza, conflictos familiares o laborales, aislamiento social e incluso problemas legales. Y lo más importante: el daño interno de vivir desconectado de una versión auténtica de uno mismo.
¿Por qué alguien se convierte en mitómano?
Una de las preguntas más frecuentes cuando se habla de mitomanía es: ¿por qué alguien mentiría sin necesidad, sin un beneficio evidente? La respuesta no es simple ni única, pero la psicología ha identificado algunos factores que ayudan a comprender este comportamiento.
Factores psicológicos: la necesidad de valer
Muchos mitómanos tienen una autoestima frágil. Desde muy jóvenes, pueden haber aprendido que la verdad no era suficiente para ser valorados. En ese contexto, la mentira se convierte en una estrategia para sentirse importantes, admirados o simplemente visibles. Es una forma de construir una versión mejorada de sí mismos que el mundo pueda aceptar.
También puede haber un componente de inseguridad profunda, o una necesidad persistente de atención. El relato ficticio les permite controlar cómo son percibidos por los demás, algo que sienten que no pueden lograr con su historia real.
Factores neurológicos: el cerebro también influye
Estudios de neuroimagen han mostrado que en algunas personas mitómanas hay alteraciones en la corteza prefrontal, una región del cerebro implicada en el control de impulsos, la planificación y la toma de decisiones (Yang et al., 2005). Esto sugiere que, en ciertos casos, la mentira compulsiva no es solo una elección consciente, sino también una dificultad en el autocontrol neurológico.
Trastornos de personalidad asociados
La mitomanía aparece con frecuencia en personas que presentan trastornos de personalidad del clúster B, como el trastorno narcisista, histriónico o antisocial (King & Ford, 1988). Estos trastornos comparten rasgos como la búsqueda intensa de validación, la impulsividad y la necesidad de dramatismo o control en las relaciones interpersonales.
Antecedentes neurológicos y traumas
Según Pan & Yapijakis (2020), aproximadamente el 40 % de los casos de mitomanía presentan antecedentes neurológicos como traumatismos craneoencefálicos o epilepsia. Este dato refuerza la idea de que la base del problema puede ser tanto psicológica como biológica.
Mentira común vs. mitomanía
Mentir es algo que todos hemos hecho alguna vez, ya sea para evitar un conflicto o protegernos de una situación incómoda. Sin embargo, no todas las mentiras son iguales.
La mayor parte de ellas son puntuales, tienen un propósito concreto y terminan ahí. La mitomanía, en cambio, no funciona así: no se trata de una herramienta ocasional, sino de un patrón persistente que afecta a la forma en que la persona se relaciona con los demás… y consigo misma.
Para entender mejor esta diferencia, resulta útil poner en contraste la mentira común con la mitomanía.
| Aspecto | Mentira común | Mitomanía |
| Frecuencia | Puntual y limitada | Repetitiva y persistente |
| Objetivo | Evitar un castigo, ganar algo, protegerse | No siempre existe un objetivo claro; surge del impulso interno |
| Conciencia | La persona sabe que miente | Puede creerse sus propios relatos |
| Impacto | Generalmente bajo y momentáneo | Afecta a la vida social, laboral y personal de forma profunda |
¿La mitomanía tiene tratamiento?
Actualmente, la mitomanía no aparece como diagnóstico independiente en el DSM-5 (American Psychiatric Association, 2013), aunque suele abordarse dentro de los trastornos de personalidad o de los trastornos fácticos.
El tratamiento más utilizado es la psicoterapia, siendo la terapia cognitivo-conductual (TCC) la que ofrece más herramientas. A través de ella se trabaja en:
- Identificar pensamientos distorsionados.
- Sustituir el hábito de mentir por estrategias más adaptativas.
- Fortalecer la autoestima y la regulación emocional.
- Promover la honestidad en los vínculos interpersonales.
El primer paso, y quizás el más difícil, es reconocer el problema. La costumbre de mentir está tan arraigada que admitirla requiere valor. Por eso, la empatía y la confianza en el proceso terapéutico resultan esenciales: sin un vínculo humano y seguro, no hay avance posible.
La mitomanía nos recuerda que, detrás de la mentira compulsiva, suele esconderse un dolor más profundo: la necesidad de ser aceptado, valorado y reconocido. Un mitómano no es, en esencia, alguien malintencionado, sino una persona atrapada en un patrón difícil de romper.
Con apoyo psicológico y con relaciones basadas en la comprensión, sí es posible construir un camino hacia la autenticidad. Lo que necesita un mitómano no es un juicio, sino alguien capaz de verlo más allá de las historias que inventa. Porque, en el fondo, toda mentira en este contexto no es un ataque, sino un grito desesperado de quien anhela ser escuchado y comprendido.
¿Te has sentido identificado?
Si tú o alguien cercano muestra señales de mitomanía, no estás solo. Comprender lo que ocurre es el primer paso hacia el cambio, aunque hacerlo acompañado marca la diferencia. Estoy aquí para ayudarte a recuperar el equilibrio y construir relaciones más auténticas, contigo mismo y con los demás.
Concerta una cita conmigo y da el primer paso hacia una vida más honesta y conectada. Juntos podemos trabajar en comprender lo que hay detrás de la mentira y cómo liberarse de ella con compasión y respeto.
@leocadiomartinb ¿Has conocido a alguien que miente todo el tiempo… incluso cuando no hace falta? 🤔 Eso no siempre es “mala intención”. Puede tratarse de 𝐦𝐢𝐭𝐨𝐦𝐚𝐧𝐢́𝐚, lo que llamamos 𝐦𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫𝐚 𝐩𝐚𝐭𝐨𝐥𝐨́𝐠𝐢𝐜𝐚. La persona inventa historias una y otra vez, a veces hasta se las cree. No busca dinero ni evitar un castigo, sino sentirse visto, importante o aceptado. El problema es que esto termina dañando relaciones, trabajos… y a la propia persona que lo sufre. En este video te cuento cómo identificar la 𝐦𝐢𝐭𝐨𝐦𝐚𝐧𝐢́𝐚, por qué ocurre y qué tratamientos pueden ayudar. Porque detrás de cada mentira compulsiva suele haber algo más profundo: inseguridad, baja autoestima y la necesidad de ser reconocido. 👉 Cuéntame en comentarios: ¿has conocido a alguien así? #Mitomanía #Psicología #BienestarEmocional #LeocadioMartín ♬ sonido original – Leocadio Martín Borges
Referencias
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). Washington, DC: Author.
- Dike, C. C. (2008). Pathological lying: Symptom or disease? Psychiatric Times, 25(8), 66–73.
- Ford, C. V., King, B. H., & Hollender, M. H. (2017). Lies and liars: Psychiatric aspects of prevarication. Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law, 45(3), 313–321.
- King, B. H., & Ford, C. V. (1988). Pseudologia fantastica. Acta Psychiatrica Scandinavica, 77(5), 485–489.
- Pan, P., & Yapijakis, C. (2020). Pseudologia fantastica: A review of clinical and neurobiological findings. World Journal of Psychiatry, 10(4), 45–53.
- Yang, Y., Raine, A., Narr, K. L., Colletti, P., & Toga, A. W. (2005). Localization of increased prefrontal white matter in pathological liars. British Journal of Psychiatry, 187(4), 320–325.







