¡INCONSCIENTE!

Son nuestras decisiones las que muestran lo que podemos llegar a ser. Mucho más que nuestras propias habilidades.

                                                                                                     Joanne Kathleen Rowling

Quieres comprar un televisor. La mayoría de nosotros investigamos en varias tiendas o miramos en internet para comparar opciones hasta que elegimos uno y lo compramos. ¿Qué factores influyen en esta decisión?

Nos gusta pensar que hemos optado por un televisor considerando, de forma lógica y cuidadosa, todos los aspectos relevantes. Creemos que hemos valorado el tamaño que mejor nos va en nuestra sala de estar, la calidad de la imagen, la marca más fiable, su precio y otras cuestiones técnicas que son más que objetivas.

decision-making

Pero la investigación en toma de decisiones, especialmente la más reciente, muestra que, aunque queremos pensar que es un proceso consciente y meditado, no lo es. La mayoría de nuestras decisiones se basan en procesos mentales inconscientes.

La toma de decisiones inconsciente comprende factores como que es lo que compran otras personas o su valoración en una página web por clientes que ya tienen el producto. U otros factores como mi propio “estatus” como alguien que siempre está a la última en tecnología.

Independientemente de si este tipo de razonamientos tienen su lógica o no, lo cierto es que no somos conscientes de ellos. Y muchas veces nos vemos empujados a adquirir algo que, quizás, no queríamos o no necesitábamos.

Este tipo de procesos son conocidos perfectamente por aquellos que tratan de vendernos algo, y no solo televisores. Es frecuente ver en campañas políticas, por ejemplo, como se busca el apoyo de personajes famosos, independientemente de porque lo sean, para conseguir el voto del ciudadano. Incluso algunos partidos los incluyen en sus listas esperando influir con su presencia en nuestra elección.

En alguna otra ocasión ya he comentado sobre este fenómeno, “el efecto halo”, que hace que supongamos que porque alguien es bueno, digamos jugando al fútbol, su capacidad para elegir uno u otro partido político vale la pena que sea tomada en consideración.

Es por eso que resulta muy relevante ser conscientes del proceso total de una decisión que estemos tomando, sea un televisor o el sentido del voto. Si permitimos, de alguna manera, que alguno de esos pasos entre por nuestro inconsciente, nos arriesgamos a lamentarlo.

Y eso puede provocar que nuestro televisor sea demasiado grande para nuestra salón o que el partido que votamos nos avergüence con la política que está llevando a cabo.

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