Gran parte de lo que llamamos razonamiento consiste en encontrar argumentos para seguir creyendo lo que ya creemos.

James Harvey Robinson

Últimamente, en cualquier lugar podemos encontrar la palabra. Actitud se ha convertido en uno de esos conceptos que se popularizan y que están en boca de todos. Como suele ocurrir con muchos términos psicológicos, la apropiación de los mismos por parte del lenguaje cotidiano provoca, en muchos casos, la decadencia del mismo. La palabra se utiliza como una coletilla que nadie sabe muy bien a que responde. El caso más emblemático lo constituye la propia psicología. Hace unos años no era nada extraño escuchar a alguien, entrenadores de fútbol incluidos, decir que tenían “mucha psicología”. Esto parecía dotar al término de una condición que no tiene; ser un rasgo de carácter.

Pero permítanme que no me vaya de la propuesta de hoy, la actitud.

Haz cosas diferentes si quieres pensar diferenteLa Psicología la define como la forma que tenemos de ver las cosas. Es una tendencia aprendida e incluye como evaluamos a las personas, situaciones u objetos. Estas evaluaciones pueden ser negativas o positivas, pero también inciertas en determinadas circunstancias. Es cuando, por ejemplo, decimos tener sentimientos encontrados. El fichaje de Gareth Bale te parece inmoral, pero eres del Madrid y te encanta la idea de verlo jugar con tu equipo.

Los investigadores proponen al menos tres componentes que pueden definir nuestras actitudes:

Un componente emotivo. Como te hace sentir la persona, el objeto o la situación de que se trate. Un segundo componente que tiene que ver con el conocimiento. ¿Qué es lo que piensas acerca de ello. Y un tercer componente que tiene que ver con la influencia que tienen tus actitudes sobre tu forma de actuar.

Las actitudes pueden ser, asimismo, conscientes, cuando somos capaces de percibir como afectan nuestras conductas o creencias, e inconscientes, que a pesar de no apreciarlas, pueden influenciarnos incluso más. En psicología a las conscientes las denominamos explícitas y a las inconscientes, implícitas.

La pregunta es obvia. Si queremos es cambiar nuestras actitudes, para enfocar nuestra vida de una forma más plena ¿Qué podemos hacer?

Las actitudes se forman directamente como resultado de la experiencia personal directa, o pueden venir como resultado de la observación. Se espera que actuemos de una forma u otra según sea el contexto, con quien estamos o como nos sentimos. Y esto, además, está muy condicionado por nuestra cultura.

Se podría argumentar que las actitudes están determinadas. Que, en cierta forma, no podemos hacer nada por cambiarlas. Pero esto no es así.

Aunque vivimos en un entorno cultural y social que puede resultar bastante encorsetador, cambiar nuestras actitudes no solo es posible, es necesario. Si las actitudes se forman, principalmente, por la experiencia, y las experiencias cambian ¿Cómo no lo van a poder hacer nuestras actitudes?

A este respecto, les dejo algunas sugerencias para trabajar:

Piensa como quieres estar. Es duro ser feliz, gozoso, exitoso, etc. si no piensas que eres una persona feliz, gozosa, y exitosa. Primero piénsalo, luego ¡hazlo!

Sonríe. No hay discusión acerca de esto. Las investigaciones han demostrado que sonreír tiene efectos tanto psicológicos como físicos. Entonces, ¡Pon una sonrisa en tu cara y estarás encaminando un cambio de actitud!

Lee libros, artículos, revistas que te ayuden a comprender y a adoptar la nueva actitud. Mira películas o escucha música que te inspire y te anime a hacerlo.

Cambia tus acciones. Haz cosas diferentes para comenzar a pensar diferente.

Cambia tu entorno. Haz que refleje la actitud que deseas tener. Crea el espacio físico que te lo facilite.

Ayuda a otros. Una de las maneras más rápidas de cambiar tu actitud es quitar el centro de atención de ti mismo y ayudar a otros.

Déjate ayudar. Permite que quien te quiere, sepa lo que estás haciendo y acepta su apoyo.

Consigue un profesional. Si tu cambio es extremadamente radical, consigue la ayuda de un profesional de la psicología.

Se paciente. Los cambios no se consiguen de un día para otro. No podemos conseguir cambiar una vida en unos pocos meses.

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