Las personas que piensan que no son capaces de hacer algo, no lo harán nunca, aunque tengan las aptitudes
Indira Gandhi

Es normal que reflexionemos sobre nuestras experiencias dolorosas o preocupaciones. Haciéndolo, tenemos la esperanza de alcanzar visiones distintas que nos hagan entender nuestro malestar, desactivarlo, y seguir adelante. Pero, frecuentemente, este proceso natural de autorregulación se nos va de la mano y, en lugar de conseguir una liberación emocional, lo que logramos es repetir estas escenas perturbadoras, una y otra vez en nuestra cabeza. Esto nos hace sentir todavía peor, más enfadados o más agitados. Estamos rumiando. Un proceso que se deriva del modo de actuar orientado a la comprensión y a la acción, que habitualmente empleamos en nuestras vidas para resolver problemas o situaciones complejas.

Este hábito, además del evidente malestar psicológico que nos genera, presenta otros peligros para nuestra salud mental, que no parecen tan evidentes. Son riesgos que tienen una incidencia importante en nosotros y, eventualmente, pueden conducirnos a padecer ansiedad o depresión.

Rumiar crea un círculo vicioso que puede atraparnos fácilmente. En cierta forma, lo necesitamos. Se puede convertir en una adicción. Cuanto más lo hacemos más necesitamos hacerlo. Esto nos lleva a la desesperanza y a la indefensión, e incrementa nuestra sensación de incompetencia, reduciendo notablemente nuestra autoestima.

Este hábito nocivo nos lleva a límites de constante irritabilidad y tristeza. Reduce nuestras relaciones sociales y no nos deja que veamos otra cosa que no sea “nuestro problema”. Consigue, además, que se disparen los pensamientos negativos. Nos sentimos incapaces, y esto se extiende a todo lo que pasa a nuestro alrededor. Establecemos predicciones basadas en esta negatividad, logrando que nuestra vida sea una continua decepción para nosotros mismos.

Romper este círculo vicioso, no es sencillo. Especialmente debido a sus características adictivas. Desde que nos introducimos en el ciclo, salir de él, se puede hacer un mundo. A menos que seamos capaces de identificar el comienzo del mismo. Algo que no resulta sencillo sin ayuda profesional.

Es un proceso de desactivación que debe llevarnos a un modo de pensar orientado a la identificación del momento en que los pensamientos rumiativos aparecen, a aceptarlos y a entender que no son la realidad, ni tienen nada que ver con quienes somos nosotros.

Es aprender a dejar ir y de esto hablaremos en próximos posts.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.