La amistad es siempre una responsabilidad dulce, nunca una oportunidad.
Khalil Gibran
Cuando nos referimos al concepto de conexión social, estamos hablando del sentimiento de pertenencia a un grupo. De sentirnos cerca de otras personas. La evidencia científica sugiere que esta es una necesidad psicológica básica, esencial para sentirnos satisfechos con nuestra vida.
Los humanos somos sociales. Y nuestro impulso para conectar con otras personas nos viene de fabrica en nuestros genes y evolución. Comienza en el momento en el que nacemos, y con la relación que establecemos con quien nos cuida. Los efectos de esta relación pueden durar toda la vida. Cuando hemos sido queridos en la infancia, es más probable que nuestras relaciones de mayores sean más saludables y seguras.
Todavía más. Los placeres que nos proporciona nuestra vida social se registran en nuestro cerebro de una forma similar a como lo hacen los placeres físicos. Nuestra habilidad para conectar se expresa en las formas más básicas en las que los seres humanos nos comunicamos: expresiones faciales, tonos de voz o gestos físicos de contacto.
Los científicos creen que estamos diseñados para conectar con otras personas porque la selección natural favoreces a los humanos con una fuerte propensión a cuidar a los más pequeños y a organizarse en grupos.
Por esto resulta tan importante para nuestro bienestar mental. La conexión social nos hace sentir apreciados y queridos. Parte de algo que trasciende de nuestra propia impermanencia.