Las personas mayores son abandonadas. Bien sea a solas en su casa, sin visitas de sus seres queridos, en centros también sin el calor de la familia o, lo que ya es algo inadmisible, en hospitales de los que no son recogidos tras darles el alta.
Una persona anciana, en estas condiciones, pasa por un proceso que puede llegar a ser fatal. Podríamos llamarlas las etapas emocionales del abandono. Se asemejan a las del duelo, con algunas características particulares.
Negación
No puede ser. Seguro que vendrán
En esta fase predomina la incredulidad. Se niega la posibilidad que las personas queridas puedan no venir, abandonarle. A nivel psicológico es un período de estrés, de acentuación de los síntomas. De descompensación.
Ira
No me lo puedo creer. ¿Cómo me están haciendo esto a mí? Con lo que yo he hecho por ellos.
En esta fase se comienza a creer que no van a venir o que no le van a llamar. Se produce enfado. Descarga de sentimientos de ira con los familiares. Comienza la desilusión y la conciencia de desagradecimiento.
Justificación. Autoconvencimiento.
Algo debe haber ocurrido. No es posible que me dejen aquí o que no me atiendan. No es posible que se olviden de mí.
Preocupación por las causas de que no vengan. Tanto por las que supone relacionadas con el o ella (no he sido buen padre, madre, abuelo o abuela) o con posilbles enfermedades de los familiares.
Depresión. Inevitable.
Estoy solo. La vida no vale la pena.
Ya es evidente que no van a venir a buscarle o a atenderle. Le invade una profunda tristeza que le lleva al autoabandono, a no comer e incluso a negarse a tomar su tratamiento.
En esta etapa se pueden acentuar los síntomas de sus enfermedades, psíquicas o físicas, lo que puede conducir al fallecimiento. Literalmente por pena.
Reflexionemos que estamos haciendo por quienes lo dieron todo por nosotros.