El resentimiento, la crítica, la culpa y el miedo aparecen cuando culpamos a los demás y no asumimos la responsabilidad de nuestras propias experiencias.
Louise L Hay

Pregúntate ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste lleno de felicidad, libertad y gratitud? Si es algo que te cuesta recordar, es muy posible que debas revisar tu mochila emocional. En busca de resentimientos.

Cuando se trata de lidiar con otras personas, en algunas ocasiones, nos movemos entre el miedo y el enfado. Constantemente tratamos de encontrar soluciones rápidas para contener momentos de furia y aliviar pensamientos ansiosos. Pero, generalmente, estas soluciones nos son más que arreglos temporales, que nos permiten seguir adelante a trompicones. Mientras tanto, la raíz del problema sigue vigente y creciendo hasta que ya no es posible manejarla. Y puede llegar a estallarnos en la cara.

¿Qué ocurriría si encontrásemos una forma permanente y duradera, de sentirnos menos enfadados y temerosos, y así recuperar el control de nuestras emociones? Existe. Y se llama «dejar ir resentimientos»

Funciona así: el resentimiento, enfado y el miedo, están interconectados. Y pueden atraparnos en un ciclo obsesivo que consigue que temamos el futuro, estemos contrariados en el presente, y resentidos del pasado. El antídoto al miedo es la confianza; para el enfado, el amor; y para el resentimiento, la aceptación

Pero ¿qué es el resentimiento? Una de las mejores definiciones es la que nos dice que es como ingerir veneno y esperar que sea la otra persona la que muera. Define muy bien lo que significa y en que situación de indefensión emocional nos colocamos.

En psicología, el resentimiento aparece cuando una persona mantiene sentimientos negativos hacia otros, debido a una injusticia real o imaginaria.

Una de las razones por las que puede resultar realmente complicado librarnos de esta incómoda situación mental es la gran cantidad de, bienintencionados pero erróneos, consejos que nos ofrecen quien nos rodea. Amigos que te dicen, «supéralo». Terapeutas que te proponen, «dejarlo ir». Otras personas que simplemente creen que debes, «olvidarlo». O el todavía más inútil, «el pasado es el pasado». ¿Disculpe, que es lo que significan cualquiera de estos consejos?

Porque, si hay algo seguro que no puedes hacer con los resentimientos es: ignorarlos, luchar contra ellos, guardarlos en un armario, que no te afecten, olvidarlos …
En lugar de ello debemos: enfrentarlos, sentirlos, manejarlos … y curarnos de ellos.
«Disimula hasta que lo consigas», no funciona con sentimientos asentados que tenemos sobre ciertas personas o situaciones. Pero, manejarlos es más fácil decirlo que hacerlo.

Antes de comenzar a superar los resentimientos, debemos saber tres cosas: es un proceso, puede ponerse peor antes de mejorar y requiere mucha voluntad y apertura de mente.

Los resentimientos son sentimientos negativos que puedes llevar cargando durante años. Durante este tiempo, han estado condicionando sobremanera tu forma de relacionarte con el mundo. Se que puede sonar dramático, pero es así. Esperar que desaparezcan por arte de magia no es realista. Debemos saber que nos vamos a embarcar en un proceso largo, y probablemente doloroso. Pero, y esto es seguro, que vale la pena.
La propuesta que te hago es la siguiente. Divide una página en cuatro columnas. En cada una pondremos uno de los pasos a seguir.

Primer paso. Haz una lista de las personas sobre las que guardas resentimientos. Si lo haces honestamente, puede ser larga. Incluye cualquier cosa que te haga sentir algo negativo. Te puede llevar tiempo. Tómatelo. Vete al pasado y escarba. También valen las instituciones, escuela, equipos deportivos … Que no se te quede nada en el tintero.

Segundo paso. Al lado del nombre de la persona (o de la institución, etc), escribe que es lo que te hace sentir resentido. De nuevo, nada es demasiado pequeño. Y no tiene porque ser lógica. Puede no gustarte tu jefe porque no reconoce tu trabajo o por sus gafas. No importa. Escríbelo. La razón del resentimiento no tiene porque tener sentido, solo ser honesta.

Aquí es donde se pone más duro, y te sentirás, probablemente peor de lo que estabas antes de empezar. Confía en ti. El resultado final valdrá el esfuerzo ¡seguro!.
Tercer paso. Ahora toca escribir que parte de tu vida resulta afectada por cada resentimiento que has escrito. Si es con tu hermano mayor porque nunca tenías nada nuevo y todo era heredado, puede estar afectando tu afectividad percibida. O simplemente eran celos. La clave es averiguar la forma específica que el resentimiento está afectando tu vida, tu capacidad para sentirte seguro, a salvo y amado.

Cuarto paso. Al lado de la razón, o causa del resentimiento, te toca escribir lo tuyo. Esto es ¿cómo has contribuido tu a que se genere? Si es un problema con un compañero de trabajo caradura, quizás es que nunca le has dicho que no.

Toca honestidad. Se trata de admitir tu parte en el problema. Aunque sea poco. Si no es así, esto no tiene ningún sentido.

Juntándolo todo. Ahora léelo de izquierda a derecha. Debes ser capaz de desarrollar un cuadro claro del resentimiento, de las diferentes formas negativas en las que afecta tu vida y cuál ha sido tu papel en ello. Entendiéndolo, sacándolos a la luz, presumiblemente disparará el proceso de evolucionar de ser una persona que vive en un ciclo de resentimiento, miedo y enfado, a alguien que consigue identificar sus sentimientos y las áreas en las que quieres trabajar.

El propósito de este ejercicio de escritura es experimentar la libertad de dejar ir secretos, miedos y mentiras que te has estado contando a ti mismo, para justificar tu resentimientos. Simbólicamente, los sacas de tu cabeza y los haces visibles. ¿Por qué no probar?

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