Lo importante en mi opinión no es echar la culpa de un error de alguien, sino averiguar qué causó el error
Akio Morita
Imagina esta situación. Ves a un hombre joven con chaqueta y corbata caminando por una calle concurrida. Habla por teléfono, mientras está pendiente de lo que ocurre alrededor. Unos pasos más adelante, un estudiante va leyendo su cuaderno ensimismado, con unos cuantos libros en la mano.
El estudiante tropieza y, a duras penas consigue mantener el equilibrio. Los libros y los papeles que llevaba en sus manos se desparraman por todos lados. El ejecutivo que va detrás sortea al muchacho y a sus libros y continúa caminando.
¿Qué piensas de la escena?¿Porqué el hombre no se ha parado a ayudar al estudiante?
Si contestas “bien, parece que es una persona ocupada que habitualmente no ayuda a extraños en la calle”, las posibilidades de que estés cometiendo un error fundamental de atribución, son importantes. Tenemos la tendencia a dar explicaciones basadas en la personalidad que suponemos, más que en los factores objetivos situacionales que estamos observando. Podríamos decir “aparentemente tiene prisa para llegar a su trabajo, por eso no ha podido pararse. En otro momento seguro que lo hubiese hecho”. Esta segunda explicación es la más probable que hagamos, si quien no se ha parado fuésemos nosotros.
Otro aspecto curioso es la tendencia a explicar las situaciones propias fundamentándonos en lo que ocurre en el momento, no en nuestra forma de ser. Si le ocurre a otro, sin embargo, lo atribuimos a su personalidad.
También resulta llamativo como a la hora de explicar la conducta de los grupos, cometemos el mismo error. Atribuimos las decisiones que toman a las actitudes individuales de sus miembros, mientras que las que toma nuestro grupo las consideramos debidas a reglas colectivas del mismo.
Nuestra creencia de que es la personalidad la que causa nuestra conducta nos hace sentir que tenemos mayor control sobre nuestras vidas. A pesar de saber que estamos cometiendo un error fundamental de atribución, se nos hace muy complicado dejar de hacerlo.
Conocer este fenómeno puede ayudarnos a dejar de interpretar la conducta de otros, de forma diferente a como lo hacemos con la nuestra. Es un comienzo que nos puede ayudar a aprender a aplicar a los demás lo mismo que nos aplicamos a nosotros.
En cuanto a la situación del principio, si nos ponemos al lado del padre o la madre del niño que se le cae todo al suelo, seguro que pensaremos que nuestro amigo de la chaqueta es un engreído. No obstante, si pensamos en que el que va concentrado por detrás está hablando con un cliente al cual no puede cortar, nuestra interpretación de la situación será otra diferente.
Es muy importante conocer la mayoría de los datos, a la hora de formarnos una opinión y, además, tener en cuenta nuestra tendencia natural a cometer el error fundamental de atribución en todas las facetas de nuestra vida.
Esto nos ayudará a no juzgar sin fundamento.