Son ya muchos los estudios que han profundizado sobre los beneficios de esta práctica milenaria, la meditación Desde la mejora de la productividad, la memoria o la capacidad atencional, hasta la disminución del stress.
Pero quizás debería comenzar definiendo que es la meditación, al menos en lo que a la psicología experimental se refiere.
Si vemos esta palabra, a la mayoría de nosotros se nos vendrán a la cabeza imágenes de gente rapada, vestida de naranja y con cara angelical. Pero no es de esto de lo que hablamos aquí. La meditación Mindfulness, a pesar de su extraño y prácticamente intraducible nombre, trata realmente de entrenar a nuestro cerebro a concentrarse y enfocarse mejor. Es cultivar la capacidad de estar atento, en el momento presente, observando nuestros pensamientos e, incluso, lo que nos rodea, sin juzgar.
No hace falta comprarse una ropa especial, quemar incienso o sentarse de una forma particular. El propósito de la meditación es entrenar a nuestro cerebro exactamente igual que al resto de nuestros músculos.
Aunque el concepto viene de la tradición budista, hindú o china, cuando hablamos de psicología experimental, el mindfulness (o como se ha traducido al español, la atención plena), tiene menos que ver con la espiritualidad y más con la concentración. La habilidad para serenar tu mente, focalizar la atención en el presente y observar sin distraernos lo que nos acontezca durante la práctica.
En un artículo publicado en Trends in Cognitive Sciences, se documentan intensivamente los beneficios de diferentes tipos de meditación. Los autores vienen a concluir que esta práctica milenaria incrementa la capacidad de concentración, reduce la ansiedad o facilita el descanso, algo que aquellos que la llevan practicando hace años ya saben, pero la ciencia necesita comprobar para difundir. Y a eso es a lo que nos dedicamos desde aquí.
En este enlace, comparto con ustedes, una meditación guiada, para empezar el día.