Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice.
Peter Drucker

La comunicación no verbal constituye un lenguaje social que, en muchas forma, es más rico que nuestras palabras. Nuestros sensores no verbales son tan poderosos que solamente con los movimientos asociados al lenguaje verbal, son capaces de leer las emociones de quien está hablando. Sin embargo, la consciencia de esta «lectura no verbal», no forma parte de lo que nos enseñan o aprendemos a medida que crecemos.

Resulta paradójico que la capacidad para “hablar” mediante nuestro cuerpo y movimientos, algo que claramente leemos, no parezca formar parte de nuestras habilidades de comunicación.

En muchos manuales, todavía podemos encontrar como se define a este tipo de comunicación como algo «complementario» al lenguaje hablado. A pesar de que se tiene evidencia que lo que expresamos con nuestros gestos, nuestra mirada, o posturas transmite, consciente o inconscientemente, mucho más de lo hace la palabra. De hecho, se considera que, en una comunicación cara a cara, el componente verbal es aproximadamente el 35%, mientras que nuestros mensajes no verbales transmiten más del 65%.

Esto ocurre, en la mayoría de las ocasiones, sin que nos demos cuenta. Y sin ser conscientes que quien nos está escuchando -y viendo-, lo sea. Parece que funcionamos a diario desconociendo muchas de las claves de la comunicación que tenemos entre nosotros.

Este tipo de lenguaje puede determinar que, las mismas palabras dichas por una u otra persona, de una forma u otra, lleguen a producir efectos totalmente contrarios. En algunos casos, lo atribuimos a características personales, de confianza o de credibilidad del emisor, y puede que tenga una especial relevancia. Pero, quizás si entendiésemos un poco mejor lo que expresamos sin palabras, cambiaría la forma en que interpretamos los mensajes que recibimos.

Los componentes de este tipo de comunicación son tres:

En primer lugar, los que forman las miradas, los gestos, las posturas o el movimiento de las manos que acompaña a nuestras palabras. Un buen ejercicio para comprobar su importancia lo podemos hacer quitando el volumen a una persona que esté hablando en la tele y ver si nos infunde confianza, seguridad en lo que dice, convicción … Prueben con un discurso político. Verán lo curioso que es cuando escuchen las palabras.

Un segundo componente de la comunicación es el tono y la velocidad al hablar. Estos aspectos son especialmente importantes para conocer la importancia, cercanía o implicación de aquello que estamos transmitiendo. Ahora mi propuesta sería escuchar un discurso en un idioma que no conozcamos e intentar apreciar lo que nos transmiten las características no verbales de las palabras pronunciadas.

El tercer componente tiene que ver con la distancia. A nadie se nos escapa que ésta puede ser una característica muy condicionada por sesgos culturales. Pero, en nuestro entorno habitual, incluso el lugar en donde nos ponemos en una reunión o conferencia, puede modular enormemente nuestro mensaje.

En definitiva, comunicarnos, algo tan esencial para conocernos a nosotros mismos y las demás personas, es multicanal. Necesitamos, además de oír lo que nos dicen, sentirlo. Y en esto, la comunicación no verbal es imprescindible.

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