Las personas sólo pueden tratar entre sí de dos formas: Armas o lógica. Fuerza o persuasión. Aquellos que saben que no pueden ganar utilizando la lógica, siempre han acabado por recurrir a las armas
Ayn Rand
Por más que veamos que alguien que queremos debe cambiar su actitud o su conducta, conseguir que lo haga no es una tarea fácil. Las personas pueden ponerse muy a la defensiva con sus hábitos; conductas o patrones de pensamiento, que pueden haber desarrollado durante años. Una característica central de los hábitos es que las personas los llevan a cabo inconsciente y repetidamente, en muchas ocasiones sin ser conscientes de ello. Un paso esencial a la hora de cambiar es, por lo tanto, identificarlos.
Puedes ayudar a otras personas a identificar las situaciones, señalando amablemente qué es lo que parece dar pie a que se realice el hábito. Recuerda que eres alguien que está ayudando porque está interesado en que mejore com es, pero que en cualquier caso acepta quién es.
Y cuando hablamos de opiniones debemos tener en cuenta que hacerlo, llega a ser más difícil que cambiar su conducta. Una herramienta útil es el auto convencimiento. Dejar que las personas se convenzan sí mismas. Insistir en lo equivocado de lo que piensa puede, de hecho conseguir que lo consolide todavía más.
Nos persuadimos mucho más cuando hacemos el argumento nosotros, incluso cuando no coincide con nuestro punto de vista. Por ejemplo, la gente es más propensa a dejar de fumar cuando son ellos los que explican las razones para no fumar, frente a cuando se las explica alguien externo.
Esto ocurre por el sesgo de confirmación, que es el hecho que las personas buscan información que confirme su punto de vista acerca del mundo e ignoran lo que no encaja. Combatirlo no es tarea fácil. No es divertido pensar acerca de por qué podemos estar equivocados o desinformados.
Cambiar la opinión de las personas no es decirles simplemente que están equivocados; ojalá lo fuera. Para convencerlos, las personas necesitan escuchar alternativas. Estas opciones deben ser veraces y basadas en la evidencia, haciendo evidente la disonancia entre como vemos nosotros a la persona, y la opinión que mantiene. Atacar. directamente a la persona, por su punto de vista, no funciona. Como hemos comentado más arriba, corremos el riesgo de que se reafirme todavía más en su opinión.