Así son los padres y madres «helicóptero». Video de Yorokobu
Los padres y madres confunden el excesivo celo con la dificultad en respetar el espacio sin obligaciones de los hijos, quizás porque eso les impone mayor tiempo para comunicarse y compartir . Las actividades extra-escolares se han convertido en un arma de doble filo: por un lado se impone el darle a los hijos e hijas mucho “más” de lo que tuvimos, junto con el pavor al tiempo libre.
Las “agendas de ministro” son ya el día a día de muchos niños occidentales, sobre todo en aquellos países con largas jornadas laborales y horarios extendidos : deportes, idiomas, música, etc.
Es la hiperparentalidad. Se trata de la presión cultural por ser “hiper” padres o madres, y el impacto que tiene esto sobre el desarrollo infantil.
El fracaso no es una opción. Los hiper progenitores tienen la mejor de las intenciones pero suelen creer seriamente que la felicidad se parece a la ausencia de espacios vacíos y que es necesario proteger de frustraciones y fracasos a los hijos al tiempo que les dan todas las armas posibles para triunfar en la vida. Pero la presión a ambos lados es imposible de sostener. Los hijos pueden terminar odiando todo aquello que signifique agenda, horarios, competencias, aprendizaje en donde la capacidad de divertirse y organizar el propio tiempo libre está ausente.
Estos niños se aburren a la media hora si no se les organiza algo que llene su tiempo, algo que esté ya digerido y que no les obligue a un mínimo esfuerzo de creatividad, según señala el psicólogo Alvin Rosenberg en su libro “Niños agotados”.
Puede que toque dejar de ejercer poder sobre el tiempo de los hijos para recuperar la autoridad del que guía, forma y escucha; es decir del que es “un padre” en sentido amplio.
Adaptado de una entrada en el blog Sobreviviendo a Sigmund …