Resulta paradójico como las ovejas seguimos prefiriendo al lobo

A pesar de todo lo que nos pueda parecer, los últimos acontecimientos electorales, tanto en España como en Reino Unido, tienen su explicación. O, al menos, podemos intentar dársela, desde la psicología.

En el caso británico, la agitación de la bandera nacional, ha conseguido lo que siempre hace, que se produzca una unión para defenderla. Y nunca mejor que contra una bandera externa. En este caso, la Unión Europea. Es más fácil buscar los culpables fuera, que hacerlo dentro de nosotros. Algo que funciona a todos los niveles. El individual y el grupal.

Es así de sencillo. Y además consigue algo sorprendente. Que personas, sin nada en común, identifiquen a un enemigo mutuo.

El caso español resulta también sencillo de interpretar desde nuestra disciplina. El miedo al cambio, que tan bien han sabido utilizar los estrategas políticos a lo largo de la historia, ha vuelto a dar resultados. A pesar de lo que queramos pensar, nuestro propio instinto de conservación, nos hace pensar que estamos mejor de lo que estamos, o que ha pasado lo peor, que lo que hemos perdido podía haber sido más … y olvidamos. Si, lo hacemos.

Pensamos que necesitamos personas que, aunque sus principios y actos, puedan ser cuestionables, deben ser los que conduzcan nuestro destino. Es por eso que estamos dispuestos, en muchas ocasiones, a justificar las atrocidades que ocurren en las guerras.

Por otro lado, y es la segunda estrategia, no hay nada mejor que conocer las debilidades de tus adversarios, y explotarlas. Y en esto, hay que aplaudir -con ganas-, a quien lo ha hecho tan bien. Conseguir que personas con ideales comunes, pero alineados en opciones políticas con distinto nombre, se dividan, es un arte. Basta con agitar un poco más la bandera, la duda o el miedo a lo desconocido. De tal manera que, incluso, las sospechas sobre algo que podía haber sido, se coloca por delante de lo que conocemos fehacientemente.

De esta forma, aunque sepamos que la tendencia natural del lobo siempre será la de comerse a los corderos, seguimos prefiriéndolo a él.

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