Dentro de veinte años te arrepentirás más de las cosas que no hiciste que de las que llegaste a hacer. Por lo tanto, ya puedes levar el ancla. Abandona este puerto. Hincha las velas con el viento del cambio. Explora. Sueña. Descubre.
Marc Twain
Cualquiera de nosotros está condicionado por un montón de actitudes, creencias, valores, aprendizajes … que han ido conformando quienes somos. Si esto parece evidente, no lo es menos que la mayoría no somos conscientes de ellos.
Nuestra forma de vivir y de pensar, se ha ido fabricando a lo largo de los años y nos ha hecho quienes somos, para bien o para mal. La primera tarea que deberemos abordar si queremos cambiar algo en nosotros mismos, es esto precisamente.
Hacer un repaso del camino que hemos recorrido, facilitará que reconozcamos de donde vienen estos condicionantes y aprendizajes y, ya estaremos haciendo la primera evaluación de que «mochila» cargamos. Encontraremos muchas cosas que no tienen mucha utilidad y que, sin embargo, seguimos manteniendo, sin saber bien porque. Quizás lo más lógico sería hacer lo que hacen nuestras madres con esas bolsas de deporte que nunca limpiamos: tirarlo todo al suelo y ver que es cada cosa, lavar lo que es útil y tirar aquello que no sirve.
Pero esto no nada sencillo. Porque esto que pretendemos lo percibimos como imposible. Nos dicen que las personas, no cambian. Que es un espejismo, que al final todos somos como somos y volveremos a nuestras costumbres, hábitos o vicios.
Y esto, en cierta forma, es cierto. Pero no con la interpretación inmovilista que propone una afirmación como la anterior. Las personas cambian porque se aceptan. Y eso supone, en cierta forma, volver a quienes eran en sus orígenes, aunque no se recuerden o, simplemente, no lo sepan.
Aquí reside el truco. Cuando vaciamos esa maleta o mochila, veremos el fondo, el nuestro. Y ahí reside la aceptación, y en cierto modo, nuestro cambio. La forma en que queramos abordarlo, como no, es propia de cada uno de nosotros. Y esto es lo magnífico de este viaje.
Es particular para cada uno de nosotros. Aunque podamos beneficiarnos de los apoyos que nos puedan prestar, siempre llegará el momento de hacer el camino a solas. Esto es el desapego.
Una invitación a descubrir y a descubrirnos.
Me gustaMe gusta