El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son.
Tito Livio
¿Nos volvemos más «primarios» cuando percibimos una amenaza?¿A pesar de conocer todos los datos y tener la información necesaria? Al parecer, así es. Los seres humanos también formamos parte del reino animal. De hecho somos animales, mamíferos para ser más exactos, pero pensantes. Esta es la clave de la humanidad. Lo que nos hace diferentes es que podemos elaborar pensamientos basados en el conocimiento, además de sentir racionalmente y expresar los sentimientos más allá de las emociones. No obstante, muchos humanos se dejan llevar por sus instintos más básicos y dejan a un lado toda racionalidad.
La conducta de los animales es instintiva. Se fundamentan en la supervivencia de la especie y los motores que la impulsan son el miedo y la agresión (rabia) para hacer frente al peligro y al dolor, el placer (alegría) y el instinto sexual para la procreación y la vida en manada. La conducta humana por el contrario es regida por la racionalidad, por el uso de la razón desde los 7 años aproximadamente.
No obstante, los humanos seguimos manejando códigos genéticos que nos impulsan hacia una vida instintiva. El placer, la agresión, el miedo y el instinto sexual de los animales existen como emociones en nosotros. Estos instintos son los que a veces nos hacen perder el juicio. El temor humano es muy similar al miedo animal. Nos prepara para huir o enfrentar las agresiones que podamos recibir y nos sirve como mecanismo de defensa ante distintas situaciones.
Lo que estamos viviendo, en distintos escenarios, que van desde los mensajes xenófobos de Donald Trump, hasta la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea, es un claro ejemplo de esta utilización del miedo.
Tenemos la información, sabemos como se contagia ¿Y entonces? Volvamos al origen. El miedo y su manipulación. Se hace necesario redoblar los esfuerzos para conseguir que la razón prevalezca. Y para ello, es fundamental la labor educativa, a todos los niveles, que ejerzamos cada uno de nosotros. Como padres, profesores, sanitarios, periodistas, responsables políticos … debemos asegurarnos que existe una coherencia consensuada en temas que pueden resultar, en un momento determinado, muy peligrosos.
Por esto apelo desde aquí a la necesaria responsabilidad, para que el miedo no sustituya a la razón, a la evidencia que nos dice como actuar correctamente para prevenir un posible daño. Y hacerlo como seres racionales.