A veces nos olvidamos de la importancia de las pequeñas cosas, esos detalles que hacen que la vida sea mágica y especial cada día, por ejemplo, una mañana, cuando venía a trabajar, paré en un paso de peatones para dejar pasar a un señor mayor, él se giró y avisó a un amigo para que se apresurara y cruzara con él. Ese pequeño gesto, hizo que despertará en mí un sentimiento de simpatía hacia aquel hombre y dibujó una sonrisa en mi cara.

El único sentimiento que borra el egoísmo de las personas es el  “amor”,  en el sentido más amplio de la palabra, el amor que sientes hacia un amigo, un verdadero amigo, ese amigo que permanece en tu vida mientras tu vida va cambiando, que estaba antes de tu pareja y continua estando después de ella, que disfruta de tus triunfos sin quererse aprovechar de ellos, que te ayuda y al que ayudas…. Creo que uno de los mayores valores que puede poseer una persona, es contar con algún buen amigo. Hay que saber apreciar esos regalos que nos da la vida, apreciar el que un día  se cruzaran en nuestro  camino y agradecer que quisieran andarlo junto a nosotros,  porque esa magia, ese amor, es el que nos convierte en mejores personas.

Colaboración de Mónica Rodríguez Miquel

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