Cambiar no es sencillo, pero todos tenemos hábitos, costumbres o manías que haríamos bien en modificar. Estas son seis que nos ayudarán a protagonizar nuestro propio cambio.
1. Para cambiar necesitas querer cambiar
Parece una obviedad, pero no lo es. No es fácil saber exactamente las cuestiones que queremos modificar en nuestro día a día. Muy pocas personas afirmarían que no tienen nada que cambiar en su vida, pero a buen seguro les costaría hacer una lista con los aspectos concretos de su comportamiento con los que no están a gusto. Por otro lado, identificar un problema no significa que realmente estemos dispuestos a hacer el esfuerzo para solucionarlo. Todo cambio tiene un coste y unas consecuencias, y tenemos que estar dispuestos a afrontarlas.
2. No desperdicies los momentos de inspiración
En nuestro devenir cotidiano tenemos momentos en los que somos conscientes de que necesitamos un cambio, pero solemos pasarlos por alto. Y nuestra memoria es precaria: pasados unos minutos nos hemos olvidados de que era esencial modificar tal o cual comportamiento. Estos momentos de inspiración, dramáticos pero fáciles de ignorar, son clave para apostar por el cambio.
3. Piensa en grande
Nuestro ritmo de vida nos empuja a hacer demasiadas cosas a la vez, casi de forma automática, sin que nos dé tiempo a pensar a qué nos dedicamos realmente. Esto hace que nos olvidemos de pensar si realmente nos gusta la forma en que nos movemos por la vida. Para afrontar un gran cambio hay que pensar en grande, profundizando en el conocimiento de aquello que es más importante en nuestra vida.
4. Ten claro que todo éxito llega a través del cambio
En ocasiones creemos que nuestra situación puede cambiar sin que nosotros hagamos nada por cambiarla. Pensamos que llegará alguien o algo (la lotería, el gobierno, tu jefe, la familia…) que nos hará la vida más fácil, pero no es verdad. “Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”, decía Alexei Tolstoi. La realidad es que confiar en la esperanza de que las cosas cambien solas es una opción más arriesgada que apostar por modificarlas.
5. Asume los riesgos
Todo cambio tiene un riesgo, pero peor es no hacer nada, aunque no sepamos si vamos a tener éxito. No aprendes nada nuevo haciendo las cosas bien, lo haces cuando cometes un error o te das cuenta que no sabes algo o no sabes cómo hacerlo”. Debemos vencer el miedo al cambio, y abrazar los riesgos que conlleva, pues la inacción es generalmente la peor opción.
6. Ama la vida
Todos tenemos algo que mejorar en nuestra vida. Hay quien sólo necesita cambiar un hábito o una costumbre y quien tiene que dar un giro de 180 grados, pero todos tenemos que amar la vida para querer que cambie. La inmovilidad es propia de la muerte, no de la vida.
Extraído de Empecemos por los principios sección de Miguel Ayuso en El Confidencial