La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otro.

Esta capacidad, en el modelo de inteligencias múltiples de Howard Gadner, se denomina: inteligencia interpersonal.

Y, según el estudio de David Goleman sobre la inteligencia emocional, está situada entre las habilidades más complejas (en el cuarto nivel en orden de adquisición).

Lo que cuenta es que esa capacidad de ponerse en el lugar del otro se aprende. No se nace sabiendo hacerlo; a medida que nos vamos relacionando con las personas, la vamos construyendo y mejorando.

La simpatía, por el contrario, nace espontáneamente, sin necesidad de aprendizaje. Es la Inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua.

Es la primera acepción, la que más se presta a confundirse con la empatía. A la hora de la práctica, la principal diferencia entre simpatía y empatía es la siguiente:

Alguien nos cae bien. Nos da buena espina y te sientes cercano afectivamente a su forma de sentir o de pensar, sin importar que la comprendas del todo. Eso es simpatía.

Comprendemos a la persona hasta tal punto de saber ponernos en su lugar, independientemente de si compartes o no su forma de ver las cosas. Eso es empatía.

Como vemos, son independientes. Cuando nos relacionamos con otras personas, podemos sentir empatía, simpatía, ambas cosas a la vez o ninguna de ellas.

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