Uno de los secretos profundos de la vida es que lo único que merece la pena hacer es lo que hacemos por los demás.
Lewis Carroll
La pasada semana, en este espacio de reflexión que me permiten, hable sobre responsabilidad. De como parece algo complejo entender que, viendo lo que estamos viendo, seamos capaces de mirar a otro lado.
No daba una respuesta, lo he hecho en otras ocasiones. Mi idea no era esa. Más bien trataba de pensar en alto. Hoy sigo en ello.
No he dejado de compartir y comentar noticias relacionadas con la crisis de los refugiados que vivimos en Europa. Me resulta algo muy doloroso y es mi forma de intentar entender. Lo que ocurría en Hungría, país muy querido para mí, no tenía nada que ver con el pueblo húngaro que conozco. Pero es un país democrático que ha votado a un gobierno que no asume las más mínimas reglas del humanitarismo. Es complejo para mi asumirlo. No estamos en este país para dar lecciones.
Leo luego, y comparto, la noticia de que una escritora islandesa conseguía, a través de las redes sociales, que más de 10000 compatriotas ofreciesen su casa y apoyo a quienes huyen de la muerte. Todo esto después de que su gobierno estableciera una cuota de unas decenas.
Este fin de semana hemos visto como eran recibidos en Austria y Alemania estas familias que huyen del horror. Y de nuevo me reconforto con el ser humano. Aunque soy consciente que me durará poco.
Porque ha sido frustrante ver como muchas personas ponían en duda la sinceridad de los islandeses o llegaban a sugerir que lo hacían porque sabían que los refugiados no querrían ir a su país. O, simplemente decían que ellos (los islandeses), son un país rico (sic) y que nosotros lo estamos pasando muy mal.
En fin. Me van a perdonar. Pero hoy no tengo explicación psicológica para esto. ¿O si? ¿No será el miedo al cambio?¿A qué las personas decidan simplemente ayudar como un ejercicio de libertad individual? A lo mejor los tiros van por ahí. Y aquellos que dicen creer en la libertad, no tienen ni idea de lo que ésta significa.
Me quedo con las palabras del ciudano alemán que ofrecía la ducha de su casa a los refugiados y comentaba, asombrado, como uno de ellos había estado 45 minutos bajo ella -llevo un mes sin poder hacerlo, ¡Gracias! -, decía.
Profundo mensaje, Leocadio. Ciertamente a veces sólo valoramos lo que no tenemos, o más aún, lo que hemos perdido.
Me gustaMe gusta
Yo también escuché la historia del refugiado, es increíble a lo que hemos llegado, tantas personas huyendo de la guerra, abandonando toda su vida, sus recuerdos, sus hogares… y el resto de los países mirando hacia otro lado. Muy triste!
Me gustaMe gusta