Cuando alguien habla demasiado, sus palabras suenan sin oírse
Konrad Adenauer
Una gran parte de nuestra comunicación no se expresa con palabras. Tiene que ver con miradas, gestos e, incluso, forma de vestir. Es lo que conocemos como comunicación no verbal, que puede estar transmitiendo todo lo contrario a lo que decimos con nuestro lenguaje hablado. Estos detalles no verbales nos identifican y condicionan la forma que tenemos de relacionarnos con los demás. Aunque no seamos conscientes de ello.
La investigación científica sobre este tipo de comunicación comienza con el tratado escrito por Charles Darwin en 1872 -La expresión de las emociones en los humanos y en los animales-, que marca el inicio de un abundante campo de estudio sobre los tipos, efectos, y expresiones de la comunicación no hablada. Muchas veces no somos conscientes de estas señales, pero se han identificado muchos tipos. En algunas ocasiones nos comunicamos combinando grupos de estas conductas. Un fruncimiento de ceño junto con unos brazos cruzados nos dicen, claramente, que la persona puede estar a la defensiva o no muy conforme con lo que decimos, a pesar de lo que exprese con palabras.
Las expresiones faciales son responsables de una gran parte de nuestra comunicación no verbal. Pensemos en la gran cantidad de información que pueden transmitir una sonrisa o unos labios apretados. Muchas veces es lo primero que vemos de una persona, incluso antes de escuchar lo que tengan que decir. Son probablemente lo más universal de nuestra comunicación. Las expresiones faciales de alegría, tristeza, enfado o miedo, varían poco entre culturas.
Los gestos deliberados son también una importante fuente de comunicar sin palabras. Aplaudir o señalar, son claros ejemplos de esta forma de comunicación. Pero aquí la variabilidad entre culturas es ciertamente amplia. Determinados gestos inocuos en una, pueden llegar a significar un insulto en otra. El uso este tipo de comunicación, por ejemplo en política, es también una forma clara de transmitir mensajes al público que nos observa. Pensemos en los que puede exhibir un político, cuando su adversario está hablando en una tribuna parlamentaria. ¡Y no solo con un adversario!
La paralinguística se refiere a la comunicación vocal, y se diferencia del lenguaje en si. Es el tono, volumen, inflexión y entonación. Consideremos el poderoso efecto que puede tener el tono de nuestra voz para el significado de una frase. Un “estoy bien”, puede significar muchas cosas diferentes según el tono
Cuando lo pronunciamos con un tono animoso expresamos un sentimiento de bienestar y de satisfacción. Un tono bajo puede desactivar este mensaje y significar todo lo contrario.
Otro importante factor a considerar en la comunicación sin palabras lo constituye el lenguaje corporal y la postura. Es, quizás, uno de los aspectos más populares y sobreinterpretados. La investigación sugiere que las denominadas “posturas defensivas”, popularizadas por el libro Lenguaje Corporal de J. Fast, tienen un significado mucho más limitado. El lenguaje postural es mucho más rico en matices de lo que previamente se podría pensar.
La proximidad o “espacio personal” tienen, asimismo una gran relevancia en nuestra comunicación. La distancia que necesitamos está influenciada por las normas sociales, las expectativas culturales, factores situacionales, características personales o familiaridad.
Otro de los aspectos importantes, íntimamente ligado al anterior, que puede condicionar nuestra forma de interactuar con los demás, lo constituye el contacto visual. Este permite a nuestro interlocutor apreciar nuestro interés o entusiasmo e, incluso, nuestra sinceridad.
Si, además, junto con los dos anteriores, consideramos el tacto, o los acercamientos físicos que incluyen tocar a nuestro interlocutor, tendremos una idea general bastante precisa de lo que nos quieren comunicar, complementaria al lenguaje.
Por último, y no menos importante, en el amplio rango que supone la comunicación sin palabras, otros aspectos como la apariencia o los objetos que intervienen en la misma, juegan un papel mas que relevante en la forma de interactuar entre los seres humanos.
Una forma de vestir, adecuada a la situación o a la cultura, o la interferencia, digamos, de un teléfono portátil, pueden modular, en ocasiones dramáticamente, nuestro mensaje.
Todos estos aspectos y muchos más que están siendo sujetos a investigación y estudio, forman parte, indivisible, de nuestra forma de comunicarnos. Ser consciente de ello, nos ayudará a interpretar de una forma más comprehensiva aquello que queremos o nos quieren comunicar.