Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.
Julio Cortázar
Las relaciones de pareja no siempre van bien. Hasta aquí podemos estar de acuerdo ¿verdad? Incluso podemos estarlo en admitir que las tormentas pueden resultar enriquecedoras para nuestra relación. Pero cuando ya llegamos a intentar averiguar que funciona o no en una relación, las interpretaciones pueden ser tan variadas como personas existen. Resulta muy curioso como parecemos dedicar mucho tiempo a nuestra pareja … ¡cuando estamos a punto de perderla! Y sin embargo no nos paramos a considerar como podemos mejorar nuestro día a día.
Pues bien a esto es a lo que se ha dedicado, en los últimos cuarenta años, el profesor John Guttman. A estudiar que funciona o no en las parejas. Y lo ha resumido en cuatro claves. De maestría o de desastre, como lo denomina el mismo.
Crítica. Esta se manifiesta cuando alguien señala al carácter de su pareja como la fuente de todos los problemas. Es una generalización que reduce, casi totalmente, la posibilidad de un acuerdo o negociación sobre algo determinado. Centramos el problema en la otra persona y esto lo que conduce es a considerarla, la fuente del mismo. Quienes detentan maestría hacen algo mucho más productivo. Se centran en el problema, en la parte del mismo que puedan estar complicando ellos mismos, y en las capacidades de la otra persona para contribuir a solucionarlo.
Defensa. Esta es la reacción desastrosa a la crítica. Al no ser capaces de soportar una generalización como la anterior, contraatacamos. O nos quejamos, atribuyéndonos el papel de víctimas. Ambas forma de reaccionar nos apartan de una posible solución creativa, y amorosa, del problema. Aunque pueda resultar difícil en ocasiones, la aceptación reflexiva de la crítica, es la mejor forma de desatascar la situación. Y convertirla, de un problema, a un reto a abordar, sea individualmente, o entre los dos miembros de la pareja.
Condescendencia. Es el mayor predictor de rupturas sentimentales. Se trata de actuar como si fuéramos mejores personas que nuestra pareja. Introducimos una forma poco saludable de relacionarnos con el otro, intentando provocar dependencia emocional. Se puede empezar con la desconsideración para pasar al insulto o, incluso, el maltrato psicológico o físico.
Por supuesto que la mejor medicina para esta peligrosa deriva, que puede tomar nuestra relación, es el respeto mutuo, la empatía y la compasión. La relación de pareja debe ser, siempre, el mejor campo de entrenamiento de estas magníficas virtudes.
Indiferencia. Es algo terrible. Pero sabemos que estamos viendo una relación tóxica cuando las personas no se hacen caso o reaccionan pasivamente al otro. Simplemente “desconectamos” del otro, transmitiéndole un mensaje de desamor y desgana.
El perfecto contrapunto para esto es la pasión. Si lo sé ¿cómo mantener la pasión en una relación de mucho tiempo? Ante esto quizás la mejor respuesta es preguntarnos que hacemos ahí, si no la hay. Y no sólo estamos hablando de sexo, nuestra relación de pareja debe ser un reto, una elección ¡todos los días! Si la interpretamos como una adquisición, en lugar de una labor diaria, estamos perdidos. No temamos a estar en desacuerdo con el otro, incluso ardientemente.
Según el profesor Guttman, la mejor forma de conducir una relación es interpretarla como una aventura. Conocer a la otra persona, ser capaces de sorprendernos, admirar y compartir sus pasiones e intereses son, entre otras, los mejores indicadores de la salud conyugal. Y, por encima de todo, nunca dejar de hablar. Las parejas que más hablan entre ellas son las campeonas de la felicidad. Utilizan sus conversaciones como una maravillosa de explorarse el