Gran parte de la vitalidad 
de una amistad reside en 
el respeto de las diferencias, 
no sólo en el disfrute 
de las semejanzas.


James Fredericks

Estas dos palabras han adquirido especial relevancia en los últimos días. Hemos vivido conmocionados, en propia carne, en uno de los emblemas de la civilización occidental, el ataque inmisericorde del terrorismo. Algo que nos ha traído de golpe la realidad que viven, a diario, muchas personas. Muchos de los que, desde cualquier parte del mundo pueden estar leyendo esto que les escribo.

No voy a entrar en la calidad de las víctimas, ni en el origen del mal, ni siquiera en el debate de la oportunidad o no de determinadas formas de expresión. Mi reflexión de hoy, tiene que ver con algo mucho más esencial.

Ring-of-respectPor mucho que podamos pensar en que la mejor forma, o la única, de reaccionar frente a barbaridades como estas, es atacando, nos equivocamos de cabo a rabo. Probablemente es inevitable y necesario reaccionar contundentemente a quienes están tomando la decisión de hacernos daño. Sin duda. Pero esto es, como en psicología, actuar contra el síntoma. No tiene efectividad, a largo plazo. Es posible que consigamos contener, durante un tiempo, el problema. Pero no lo estamos arreglando.

Frente a esto, se impone un enfoque mucho más humano. Tenemos que entender que es lo que ocurre. Y no me refiero a los consabidos acercamientos “políticamente correctos”. Me refiero a aprender y enseñar dos cosas: Tolerancia y Respeto. La primera tiene que ver con la aceptación de lo diferente, aunque no nos guste, incluso aunque nos pueda resultar ofensivo. Es la clave de la convivencia. Las personas tienen que poder expresarse como quieran, verter sus opiniones, por más ofensivas que puedan resultar. Esto no significa que tengamos que respetarlas. El respeto va dirigido a las personas, a la esencia de ellas mismas. A su vida. Su existencia. Esto es lo que distingue a la actitud humana. Se cimenta en la empatía, en la compasión, en el conocimiento, en la aceptación y en el no juicio. Es únicamente así como conseguiremos cambiar el curso de la fatalidad y el odio.

Y este es el trabajo que debemos acometer sin dilación. No se trata de la integración incondicional de quien viene, en nuestra cultura. Se trata, más bien, de establecer las condiciones humanas necesarias para convivir. Llegar, desde nuestras diferencias, a aceptarnos, a respetarnos y, cuando sea inevitable, tolerarnos

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