Comprender que hay otros puntos de vista es el principio de la sabiduría
Thomas Campbell
Tenemos miedo. Seamos sinceros. Adentrarnos en las profundidades de algo, que sin conocer, rechazamos, nos aterra. Ocurre a diario.
Si algo no nos gusta, no nos paramos a intentar comprender porque es así. Parece como si no tuviésemos tiempo para ello. Sea la orientación sexual, la religión o el nacionalismo, es mucho más sencillo, rechazar. Adornándolo de todo tipo de argumentos que no son fruto de la comprensión propia. Más bien del aleccionamiento. Es algo muy peligroso, de verdad.
Porque cuando desenredamos los motivos por los cuales se produce el rechazo a aquello que es diferente, no encontramos fundamentos que estén basados en el conocimiento. Ni siquiera en sentimientos y si, muy frecuentemente, en el resentimiento de otros.
De esta forma nos vemos arrastrados a batallas que no son las nuestras, con argumentos que no comprendemos, en aras de un supuesto ideal que nos identifica. Pero si ahondamos profundamente en ello, y vamos a las raíces de muchas de nuestras creencias, seremos conscientes de, hasta que punto, no es así. De que lo que supuestamente pensamos no está basado en el conocimiento y en el estudio. Lo está en el adoctrinamiento.
¿Cómo podemos cambiar esto? Coméncemos por escuchar, se aprende mucho haciéndolo. Aunque tendremos que entrenarnos para ello. Estamos acostumbrado a oir, esperando, con suerte, a que el otro acabe, para exponer lo que nosotros creemos. Y así es muy probable que no aprendamos nada. Un segundo paso, muy recomendable, es leer. Si es posible, de fuentes diversas, como diferentes periódicos o autores. Y, por último, y mi preferido, observar. Porque si somos capaces de permanecer en silencio, apreciando lo que ocurre a nuestro alrededor, sin juzgarlo, conseguiremos una suerte de sorprendente visión clara. Seremos capaces de apreciar los matices, lo que compartimos o no, y es así como nuestra opinión estará basada en nuestra propias fuentes y será única e individual. Nuestra. De verdad.
Estoy muy de acuerdo Leocadio,
Para ser comprendido hay primero que comprender, y para ello tenemos que aprender a escuchar.
Estamos en una sociedad más interesada en que le oigan a que le escuchen, y así andamos: todos sordos.
Un abrazo!
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