El arte de dirigir consiste en saber cuando se debe abandonar la batuta para no molestar a la orquesta.
Herbert Von Karajan
Una empresa donde los empleados son felices, es una empresa productiva. Dicho así puede resultar hasta naif, pero la verdad es que, en este momento de cambio profundo del entorno laboral, los caminos pueden estar diferenciándose, a pasos agigantados, entre aquellos empresarios que deciden preocuparse del bienestar de quienes trabajan para ellos y de aquellos otros (desgraciadamente la mayoría), que han visto la puerta abierta para empezar una suerte de vendetta utilizando los mecanismos que facilitan el despido o la sanción.
Por supuesto que el camino tiene una doble vertiente. No se puede concebir una empresa basada en la felicidad si las dos partes no ponen su granito de arena. Los ejemplos son muchos. A los consabidos de macroempresas como Google o Zappos, se unen otras más pequeñas y anónimas en las que, empresarios y empleados han decidido caminar al alimón para conseguir mejores resultados, un mejor ambiente de trabajo y, en definitiva, una vida laboral más saludable.
Aquellas empresas que quieran apuntarse a esta forma de producir, bienvenidas sean a una nueva era. Aquellas que no, que sean felices en su viaje al pasado. La propuesta que les hago no es nueva. Se basa en el conocimiento, la autonomía y el compromiso, bases de lo que se denomina la motivación intrínseca. En realmente sencillo fundamentar el trabajo en estos tres pilares y conseguir que nuestra empresa, además de ser productiva, sea un lugar agradable y un entorno al que sentimos pertenecer.
No nos engañemos. Puede resultar fácil de explicar y muy bonito de escuchar. Pero exige que reinterpretemos esta época que nos está tocando vivir y asumamos, cada uno de nosotros, nuestra responsabilidad y nuestro compromiso en cambiar hacia un modelo basado en las personas y para las personas.