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A fin de cuentas, un héroe es alguien que quisiera discutir con los dioses,
y así debilita a los demonios para combatir su visión.
Norman Mailer
Tradicionalmente, la historia de la psicología nos muestra infinidad de estudios relacionados con la maldad. Nos resulta incomprensible o fascinante intentar entender que pasa por la cabeza de los seres humanos cuando hacen daño a los demás u a otros seres vivos. Necesitamos comprenderlo, explicarlo. Me imagino que para saber como no repetirlo nunca más. Pero no aprendemos. Lo que parece haber demostrado, una y otra vez, la investigación en psicología, es que saltamos muy fácil hacia comportamientos viles. ¿O quizás es que nos gusta más fijarnos en ellos que en otros?
Lo cierto es que con la llegada de las nuevas tecnologías y, especialmente, los smartphones, que permiten, literalmente, verlo todo, estamos observando que la supuesta tendencia humana hacia la maldad, parece ser solo una cara de la moneda de la naturaleza.
Son innumerables los testimonios visuales de personas ayudando a otras personas, poniendo en riesgo sus vidas, aunque sean verdaderos extraños. Y esto es genial. Parece que no todo está perdido, que la solución se encuentra al alcance de nuestras manos y solo tenemos que mostrarla más e, incluso, enseñarla en las escuelas.
¿Escuelas de heroísmo? ¡Qué cosas se te ocurren! Pues si. Se trata de esto precisamente. Es muy simple. La decisión se encuentra entre promover la actitud generosa hacia los demás además de prohibir las acciones malvadas hacia otros.
Phillip Zimbardo, un clásico de los estudiosos sobre la violencia, con su famosa investigación sobre la obediencia a la autoridad en el Experimento de la Prisión de Stanford, nos propone mirar a otro lado … también.
Zimbardo destaca como la investigación ha podido descubrir como el mal puede ser provocado por la deshumanización, la difusión de la responsabilidad, sistemas injustos o la presión de grupo y el anonimato. Pero cuando se pregunta por el heroísmo no parecemos tener respuestas. Puede ser que los héroes tengan más compasión o empatía, puede ser un gen del heroísmo; o quizás es debido a sus niveles de oxitocina, como parece sugerir la investigación del neuroeconomista Paul Zak, que muestra como esta “hormona del amor” incrementa la posibilidad de mostrar altruismo. Es algo a considerar.
Zimbardo cree, asimismo, que el heroísmo es diferente al altruismo y la compasión. Es lo que lleva estudiando hace tiempo. Las raíces y naturaleza del heroísmo como una actividad con muchos componentes.
En primer lugar, se lleva a cabo en servicio a otros que lo necesitan, sea una persona, grupo o comunidad; o en defensa de ciertos ideales. En segundo lugar, es voluntario, incluso en contextos militares, ya que el heroísmo sigue siendo algo que va más allá del deber que se le supone al militar. En tercer lugar, un acto heroico se lleva a cabo reconociendo los riesgos y costes que puede conllevar, sea nuestra salud física o reputación personal, aceptando la persona el sacrificio por anticipado. Finalmente, se realiza sin la anticipación de una posible ganancia en el momento de llevarlo a cabo.
Resumiendo, la clave del heroísmo es la inquietud por los demás, por sus necesidades. Desde un punto de vista moral, consiste en la preocupación por una situación de otro, sabiendo que puede existir un riesgo personal, y sin esperar nada a cambio
Al parecer ya podemos tener la base para comenzar a educar el heroísmo. Al menos para plantearse como hacerlo. Sin duda que la propuesta tiene muchos matices, pero en este espacio nos dedicamos a investigar aquello que es posible en el ámbito de la mejora de nuestra vida.
Y potenciar aquello que nos hace merecedores de la gratitud, aunque no sea lo que estemos buscando como señala Zimbardo, entra de lleno en nuestra propuesta de psicología orientada a mejorar la vida de las personas.