Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos.

François de La Rochefoucauld

Vivimos rodeados por conveniencias. Aceptamos como son las cosas porque todo el mundo lo hace y es así como parece que tiene que ser. Nos desenvolvemos en la vida haciendo cosas para gustarle a los demás, no porque creamos en ellas. Nuestras acciones, apariencia, en definitiva, nuestras vidas parecen estar moldeadas por como pensamos que los demás nos perciben. ¿Cómo me quedarán estos pantalones? ¿Qué pensarán mis colegas si pido la palabra? ¿Estarán hablando de mí? Y así eternamente. Pero en muy pocas ocasiones hacemos las preguntas correctas. ¿Cómo me siento yo? ¿Qué es lo que me gusta? ¿Qué pienso?, serían algunas de ellas.

Porque vivir una vida que siga las nociones ideales que otros piensan, es una forma terrible de vivir. Nos convertimos en espectadores de nuestra propia existencia. Esperamos que otros actúen para ver como se debe hacer. Y si creemos que no lo hemos hecho igual que ellos, nos entristecemos.

Quizás esta es la mayor fuente de frustración del ser humano. Tratar de cubrir las expectativas de otros nos agota, nos aparta de nosotros mismos, nos desdibuja.

Es nuestro ego el que nos hace ir pensando continuamente que otras personas nos están juzgando. Pero, aunque parezca mentira, no somos tan especiales. Lo cierto es que estas personas están pensando exactamente lo mismo. Nadie en esta sociedad de la inmediatez va a tener más de un corto segundo para pensar en nosotros. Al menos conscientemente. La media de las personas filtran su mundo a su conveniencia. Esto significa que, a no ser que hagamos algo que les afecte directamente, no vamos a estar mucho tiempo en sus pensamientos.

Les propongo un experimento. La próxima ocasión que se paren a ver a alguien actuando en la calle, miren a su alrededor. Sonrían o muestren su aprobación con lo que están viendo, abiertamente, hacia las otras personas que también miran. Observarán como se produce un efecto contagio.

Miramos a ver que hacen otros antes de reaccionar nosotros. Es como si estuviésemos esperando permiso para expresarnos.

Es imposible que cumplamos las expectativas de todos, esa es la verdad. Siempre habrá personas que nos juzgarán, independientemente de lo que digamos o hagamos. La clave está en que hasta que punto vamos a permitir que nos afecte. Pensemos ¿qué es lo peor que podría pasar cuando alguien nos juzga? ¿Cómo nos afectará? Les aseguro que las posibilidades de que algo ocurra son escasas. De hecho, en la mayoría de las ocasiones, somos nosotros los que le ponemos el altavoz a algo que nadie presta atención. Nuestra forma de reaccionar hacia lo que pensamos que otros piensan de nosotros, es lo que convierte algo inexistente en algo real. Es de locos ¿verdad?

Preocuparnos mucho de lo que piensan los demás puede convertirse en una profecía autocumplida. Pasamos a comportarnos como creemos que deberíamos hacerlo. Nos podemos llegar a convertir en alguien que vive para otros, que depende enteramente de los demás, en un dependiente emocional.

Quizás sea el momento de empezar a hacer lo que creemos, sentimos o pensamos. Por nosotros mismos. Encontraremos gente que no estará de acuerdo con nosotros, eso seguro. Entonces ¿para qué preocuparnos? Siempre será mejor ser querido por unas pocas personas que sentimos como parte de nuestra vida, que intentar satisfacer a un montón que nos hacen salir de nosotros mismos. Disfrutemos de nuestra familia, amigos, de quien está en los momentos complicados. Son estas personas las que importan. Pasemos también los buenos ratos con ellos. Cuando lo conseguimos, dedicamos nuestros pensamientos a aquello que nos importa y nos atañe directamente, y todo cambia.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.