El amor verdadero no viene a ti, tiene que estar dentro de ti Julia Roberts
Una relación de pareja se compone no sólo de grandes momentos, como comenzar a vivir juntos, casarse o tener una familia, sino de infinidad de otros muchos instantes cotidianos, que son lo que realmente la definen.
Son estos pequeños detalles diarios los que construyen la salud, la felicidad o el bienestar mental de nuestra relación. Como recoge World of Psychology, son estas pinceladas las que pueden mantener la conexión o propiciar la desconexión de tu pareja. Y ocurre, en ocasiones, sin que seamos conscientes de ello. Dejamos de cuidar al otro y de hacer aquellas pequeñas cosas que nos gustaban tanto. Estamos muy cansados, preocupados o estresados para ello. O bien nos sentamos a esperar a que la otra persona lo haga. Y este puede ser el comienzo del fin.
Estos pequeños actos, denominados conductas de cuidado, pueden ser expresiones verbales o no verbales de interés, preocupación o afecto que se desarrollan frecuente y regularmente. Éstas, aparentemente insignificantes, conductas son la vida de una relación de pareja. Le ofrecen a la otra persona señales frecuentes de que son queridos y que valoramos nuestro compromiso.
Al comienzo de nuestra relación, muchos de estos gestos surgen automáticamente. Es la etapa del romance o luna de miel de una relación. Pero, a medida que el tiempo pasa, dejamos de hacerlo. Casi sin darnos cuenta.
Tomate un momento para recordarlo. Eran pequeñas cosas, simples, pero que nos hacían sentir muy felices. Pensábamos en la cara del otro cuando le dijésemos que habíamos reservado en nuestro restaurante favorito o la que pondría si le enviábamos flores a su trabajo. ¿A qué era especial? Detrás de estos actos hay ilusión, compromiso y, por encima de todo, un inmenso deseo de ver feliz a la otra persona.
La pregunta resulta sencilla. ¿Qué es lo que hace que dejemos de hacerlo? Básicamente, nuestras creencias erróneas acerca del amor duradero y, más concretamente, como se trabaja en él.
¿Y porque no seguimos haciéndolo? La respuesta es sorprendentemente simple ¡Dejadez! Nos olvidamos, damos por sentado el amor. Y nos equivocamos. El amor no es algo que se obtiene, es algo que alimenta, diariamente.
Barbara Markway, en Psychology Today, nos explica que creencias puede estar provocando que esto ocurra.
1. Estás “cositas” son, de alguna forma, frivolidades no esenciales para un amor duradero.
Nada más lejos de la realidad. Todos necesitamos saber que somos queridos por nuestra pareja. No solo al principio, sino durante todo el tiempo. ¿Qué puede ser más importante que hacer que tu pareja se sienta querida, cuidada y que es lo más importante de tu vida?
2. Si al principio surgían espontáneamente, debería seguir siendo así.
Es algo que se repite una y otra vez. Pensamos que planear estas “píldoras” de amor no vale, que le quitan la “chispa” a nuestra relación. Y de hecho, es todo lo contrario. Planificar puede intensificarla aún más. Le estamos diciendo a nuestra pareja que pensamos en el o ella durante un montón de tiempo. Que hemos dedicado esfuerzo para hacerla feliz.
¿Puede haber algo más “chispeante” que una sorpresa, por muy pequeña que sea, que nos diga que piensan en nosotros?
3. No deberíamos tener que “trabajar” en el amor.
Muchas personas piensan que el amor no debe llevar ningún esfuerzo. Debe ocurrir simplemente, de forma mágica. Pero la verdad es otra. Esto, que puede ser así al principio, evoluciona y se hace más grande desarrollando habilidades que lo consigan. Empatía, expresión de sentimientos, resolución de conflictos, respeto…, son muchas de estas habilidades que hacen que nos acerquemos más y más a la persona amada, a diario.
El amor se construye. Y, como casi todo en la vida, no se sostiene en el pasado, lo hace en el presente.
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