Esperamos que las soluciones vengan de fuera. Y este es el origen de los problemas. Es así porque pensar que han aparecido por culpa de fuerzas extrañas nos hace sentir aparentemente mejor. No somos responsables, por lo tanto la solución no depende de nosotros. Al pensar de esta forma, la conclusión lógica es que sí sólo otros pueden solucionar nuestros problemas emocionales, nuestra vida la gobiernan otras personas.
Quizás es demasiado simple, pero les aseguro que sí desde el principio de nuestro cambio quienes lo gestionamos somos nosotros, las cosas serán muy diferentes. Es como conducir un automóvil o ir de pasajero en el mismo. Puedes conocer el recorrido siendo pasajero pero no sabes conducir el coche. Con nuestras emociones ocurre lo mismo. Nos podemos sentir tristes, desgraciados o infelices, pero sí esperamos a que venga otro para conducirnos fuera de ello, cuando vuelva a ocurrir no seremos capaces de conducirnos fuera de ello solos.
Gestionar nuestro propio cambio a cualquier nivel es un ejercicio de aceptación, de conocimiento, que implica comprometerse consigo mismo y avanzar a pesar de los obstáculos que encontremos. A lo largo de mi recorrido profesional me he encontrado con muchas personas que vienen con esa idea en la cabeza. La de que yo les voy a quitar algo, algo que no les gusta. A veces, especialmente al principio, mi ego profesional, podía llegar a pensar que esto era así. Pero no: nadie tiene la llave del cambio del otro. Y esta es la clave de la propuesta que les hago.
Se trata de asumir el protagonismo en tu propio cambio. Puedes utilizar la ayuda que necesites, pero debes ser tu, y solo tu, quien lo gestione. Quien decida el ritmo, los objetivos y la forma de hacerlo. Esto es Cámbiate. Una aventura personal.
¿Se apuntan?