Se supone que las fiestas están para divertirse, descansar, pasarlo bien y reencontrarse con la familia y, sin embargo, pocas festividades tienen tan mala reputación como las vacaciones de Navidad.
Es cierto que, por un lado, son unas vacaciones incómodas: dejas de trabajar dos días, retomas el trabajo, vuelves a trabajar de nuevo un día, de nuevo fiesta… Hace frío, nos estresamos, nos enfadamos y mucha gente lo único que desea es que pasen lo antes posible. Pasear por el centro de cualquier ciudad se vuelve insoportable y los villancicos como hilo musical en ascensores, consultas de dentistas y tiendas de lencería parecen una estrategia de tortura planificada. Pero, ¿qué es lo que realmente nos molesta de las Navidades?
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