El pesimismo, es jugar sobre seguro. No puedes perder y podrías ganar. En la única forma en la vida en la cual nunca te sentirás decepcionad.

Thomas Hardy

¿Cómo te encuentras al comienzo de un nuevo proyecto?

¿Entusiasmado?¿optimista?¿energético? Así debe ser. Es lo normal. Lo nuevo nos atrae, es un reto. Y los retos nos gustan, nos hacen estar más vivos. Pero, ¿qué ocurre cuando la fecha límite o el final del proyecto se aproxima? Disminuye el entusiasmo, empiezan las dudas, los temores ¿Y si no sale bien? Nos ponemos pesimistas, cínicos o simplemente, nos desesperamos.

Este efecto de resaca emocional es algo común, como recoge Eric Barker en su blog, citando los estudios de Sweeny y Krizan. Los autores comprueban que:

  • Cuando nos hacemos análisis médicos y el resultado nos lo ofrecen en cuatro semanas somos mucho más optimistas que cuando nos los van a dar de inmediato.
  • Cuando queda un mes para que nos den los resultados de los exámenes esperamos una nota mucho más alta que cincuenta minutos antes de que salgan las notas.
  • Si nos preguntan por nuestra habilidad para conducir, todos diremos que somos muy buenos, ¡especialmente los varones! Si nos proponen hacer de nuevo el examen de conducir, nuestras estimaciones cambian radicalmente.
  • Cuando los analistas prevén las ganancias de una determinada inversión, nos ofrecerán una lectura cada vez menos optimista a medida que se acerque el día de hacerla efectiva.

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Y, cuanto más importante es el resultado para nosotros, mayor es este efecto. Según los autores esto ocurre por cuatro razones principales:

  1. Control de nuestras emociones. Pensamos que si cambiamos nuestras expectativas a la baja será mucho más sencillo aceptar un aprobado que si directamente esperásemos un sobresaliente. ¡Y si llega un sobresaliente no dará un alegrón inmenso!
  2. No depende de mí. Una vez que nuestro pruebaproyecto-examen-inversión está realizado escapa de nuestras manos. No podemos hacer nada por cambiarlo.
  3. Abstracto a concreto. Al principio, vemos el cuadro sin concretar, somos más genericos. A medida que el tiempo pasa, comenzamos a ver todo lo que podría ir mal.
  4. La hora de la verdad. Preferimos parecer cautos ante un resultado que aparecer como tontos o excesivamente optimistas.

 

Lo cierto, como apunta la cita que les propongo, que es una forma de ver la vida. Cómoda, sin duda. Pero, como ya ustedes deben suponer, no es la que yo he elegido. 

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