Toda persona tiene tres caracteres: el que exhibe, el que tiene y el que cree tener
Alphonse Karr
Durante años, los psicólogos hemos dado la misma respuesta a la misma pregunta. La personalidad no cambia con los años. Al menos después de los treinta años. Esto es lo que parecía mostrarnos la investigación, como comenta J. Dean en Psyblog.
Pero en los últimos años esta visión ha cambiado. Hay evidencia de que la personalidad cambia con los años y esto es lo que muestran los tests administrados a lo largo de los años a los mismos individuos.
En una investigación llevada a cabo recientemente en Australia, se examinaron, durante dos años, los cinco grandes rasgos de personalidad: neuroticismo, amabilidad, responsabilidad, extroversión y apertura a la experiencia, en una muestra de 8625 sujetos. Querían observar si los cambios en estos años se había traducido en cambios en su bienestar.
Confirmaron que la personalidad era el mejor factor de predicción de satisfacción con la vida. Esto parece explicar porque algunas personas que lo tienen todo nunca están satisfechas y sin embargo, otros que prácticamente no tenían nada parecen estar muy satisfechas con su vida. No es lo que tienes lo que te hace ser feliz (o no), si no lo que piensas de ello. Y esta forma de pensar está profundamente influenciada por la personalidad.
También confirmaron que la personalidad cambiaba en estos dos años, al menos en la misma medida que los cambios en otras variables como estado civil, empleo o ingresos.
Lo más relevante de este estudio es que estos cambios de personalidad estaban asociados con importantes cambios en la satisfacción con la vida. La fuerza de este efecto era casi el doble que el de todas las otras circunstancias combinadas. En otras palabras, estos cambios en la personalidad tenían un efecto mucho mayor que los cambios típicos como los ingresos o el estado civil, incluso combinados.
La conclusión parece confirmar que no solo cambiamos con los años, sino que estos cambios en personalidad pueden tener un efecto significativo en la forma en que interpretamos nuestra vida.
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