Hace más ruido un solo hombre gritando que cien mil que están callados.
José de San Martín
Estamos cansados de ver en televisión y escuchar en la radio como los participantes en tertulias y entrevistas levantan la voz para hacer prevalecer su opinión sobre la de los demás. Pensamos que la persona que lo hace no debe tener muchos argumentos y por eso grita, repitiendo su opinión.
Pero lo cierto es que esto parece funcionar. Investigaciones recientes demuestran que si un miembro de un grupo repite su opinión, es más probable que sea visto como representativo del mismo.
El estudio, publicado en una prestigiosa revista científica hace unos años, examinó como percibimos y juzgamos la distribución de la opinión. K. Weaver y sus colegas encontraron que si una persona repite la misma opinión tres veces, tiene el 90% del efecto de tres personas del grupo repitiendo dicha opinión. Es algo que parece difícil de creer; pero, si revisamos estudios anteriores citados por Weaver, se corrobora este contraproducente efecto.
¿Por qué ocurre esto? Parece ser un efecto atribuible a la memoria. Al incrementar la accesibilidad de una opinión, repitiéndola , asumimos que tiene importancia. En la vida diaria es probable que escuchemos la misma sentencia muchas veces en diferentes lugares. Es entonces cuando hacemos nuestra inferencia acerca de la situación y nos decantamos por ella, o no. Pero cuando escuchamos lo mismo repetido, aunque sea por la misma persona, lo que hacemos es sobreaplicar la regla.
¡La machaconería no parece molestarnos!
Esto es algo que saben los especialistas en comunicación y publicidad hace tiempo. Al contrario de lo que podríamos suponer, que alguien repita de forma machacona lo que piensa consigue que resulte atractivo para los demás. Conseguimos que sepamos lo que opina y hasta que punto esta convencido de ello. Hacer oír tu voz puede ser la única forma de dejar claro que no estás de acuerdo con lo que opina el que más chilla.
Pero esto también tiene un efecto perverso. Cuando una organización determinada repite insistentemente su opinión consigue que creamos que es verdad. Consigue el mismo efecto que si lo hace una persona individual.
¿A qué se les ocurren muchos ejemplos recientes de este paradójico fenómeno psicológico?