Le decimos a nuestros hijos que está mal mentir, a pesar de que la mayoría de nosotros lo hacemos a diario. De hecho, lo mayoría de las mentiras se las dedicamos a ellos. Christian Jarrett, de Research Digest, nos presenta un interesante estudio llevado a cabo con participantes en China y EEUU, que investiga las mentiras paternales, encontrando que la mayoría de nosotros las utilizamos como una forma de controlar su conducta.
Le decimos a nuestros hijos que está mal mentir, a pesar de que la mayoría de nosotros lo hacemos a diario. De hecho, lo mayoría de las mentiras se las dedicamos a ellos. Christian Jarrett, de Research Digest, nos presenta un interesante estudio llevado a cabo con participantes en China y EEUU, que investiga las mentiras paternales, encontrando que la mayoría de nosotros las utilizamos como una forma de controlar su conducta.
Los autores del estudio presentaron a 114 padres en Estados Unidos y 85 en China 16 “mentiras instrumentales”, clasificadas en cuatro categorías:
- Relacionadas con la comida. Si no te comes todo lo que hay en el plato, no crecerás.
- Relacionadas con el movimiento. Si no vienes conmigo, te dejaré aquí sola
- Relacionadas con el comportamiento. Si no te portas bien, llamo a la policía
- Relacionadas con el dinero y las compras. No he traído dinero, volveremos otro día y te lo compro.
El 88 por ciento de los padres americanos y el 98 por ciento de los padres chinos, admitieron que utilizaban al menos una de las mentiras (de un total de 16 posibilidades, cuatro por categoría, que se les presentó en el estudio). La excepción la constituyó la categoría de la conducta, en la cual “solo” la mitad de los padres americanos admitió utilizarlas para que sus hijos se portasen mejor por el ochenta por ciento de los chinos que lo hacía.
La mentira más utilizada por una gran cantidad de los padres era amenazar a sus hijos con abandonarlos si no los acompañaban a donde ellos decían. La tasa de mentiras por parte de los progenitores era bastante mayor en China que en los Estados Unidos cuando se trataba de mala conducta y de comida. En general, los padres asiáticos eran más auto condescendientes respecto al uso de la mentira que los padres americanos. Sin embargo los padres y madres chinos desaprobaban la conducta de mentir por parte de sus hijos bastante más que lo hacían los estadounidenses. Los investigadores asocian esta diferencia con una mayor preocupación por la cohesión social y énfasis en el respeto y la obediencia en el país asiático.
Cuando se les preguntaba a los padres porque utilizaban la mentira instrumental con sus hijos, la respuesta era, independientemente de la geografía, que era una cuestión de costo-beneficio, motivada por la necesidad de que los niños cumplieran aquello que se les decía. En otros casos, se explicaba que intentar hacer entender a los niños las complicaciones presupuestarias familiares resultaba algo bastante menos apropiado que simplemente mentirles “piadosamente”.
El estudio puede presentar muchas limitaciones debido a las culturas diferentes y el nivel educativo además del hecho de descansar en auto informes de los padres. Pero al menos parece dejar evidencia de la paradoja de estar enseñando a nuestros hijos, por un lado, a no mentir y, por otro, como nosotros utilizamos la mentira como una herramienta educativa para conseguir determinados objetivos con los mismos.
De cualquier forma, parece que el impacto que tiene este tipo de mentiras en nuestros hijos es relativo, como recoge el psicólogo infantil L. Kutner. Según Kutner, los niños interpretan que las razones por las que les mienten, o bien eran por su bien o estaban propiciadas por un intento de que sus vidas fueran más divertidas.
La mayoría de los hijos comprendían las razones y estaban convencidos de que harían lo mismo cuando les tocase ser padres o madres. Señala el psicólogo en un artículo publicado en el New York Times.
¿Qué es lo que piensas de las mentiras “piadosas” a los niños?¿Les mientes a los tuyos?¿Te acuerdas de las mentiras que te decían tus padres cuando pequeño?